San Pedro Sula
El duelo es un proceso natural que todas las personas atraviesan en algún momento de la vida; sin embargo, cuando no se procesa de manera adecuada, puede derivar en trastornos como la depresión.
Así lo indicó la máster en Psicología Clínica, Claudia Avilés, en una entrevista acerca del segundo fascículo del proyecto Mente Sana, que se publica mañana.
Explicó que las causas del duelo son diversas: desde una ruptura amorosa hasta la pérdida de una mascota o la muerte de un ser querido, siendo los niños y adolescentes los más afectados en estos procesos.
La especialista detalló que el duelo no solo implica un dolor emocional, sino también físico, y puede manifestarse con cansancio, alteraciones en el sueño o cambios en el apetito. “El duelo se vive en cuatro dimensiones: física, psicológica, conductual y emocional”, expresó.
En la conducta, el duelo puede reflejarse en aislamiento, irritabilidad o rebeldía. También puede generar tensiones en las relaciones familiares y sociales, ya que cada persona enfrenta la pérdida de manera distinta.
La situación es aún más compleja en la infancia. Avilés señaló que esto se debe a que, culturalmente, no se habla de la muerte con los niños y se les suelen dar explicaciones simbólicas.
“Se les dice que el ser querido se fue con Dios o que está en el cielo, pero no se les explica qué significa la pérdida, así que desde pequeños no se les brindan herramientas para comprender lo que sienten”, comentó. De acuerdo con Avilés, esto se traduce en comportamientos que los adultos interpretan como rebeldía, cuando en realidad son expresiones de un dolor que el niño no sabe nombrar.
El dolor de la pérdida en la niñez puede manifestarse también con pesadillas, terrores nocturnos, irritabilidad y cambios en la alimentación, como perder el apetito o comer en exceso.
En la adolescencia, el impacto puede ser mayor. Avilés destacó que en los últimos años Honduras ha registrado un aumento preocupante de ideación suicida en jóvenes, muchos de esos casos relacionados con la pérdida.
“Rupturas amorosas, la migración de los padres o la muerte de un ser querido son detonantes frecuentes; el problema es que no tienen herramientas emocionales para afrontarlo”, apuntó.
Sobre las etapas del duelo, explicó que aunque se habla de cinco: negación, ira, negociación, tristeza y aceptación—, estas no siempre se presentan en ese orden.
“Una persona puede experimentar varias de ellas en un mismo día o en periodos intermitentes. Eso hace que muchos crean haberlo superado, pero muchas veces no es así”, subrayó.
El tiempo también es un factor a considerar. Un duelo natural puede durar entre seis meses y un año, siempre que la persona procese de manera progresiva sus emociones.
No obstante, cuando el dolor se extiende durante más de dos años, se habla de duelo prolongado, una condición que requiere acompañamiento profesional.
El riesgo de no atender a tiempo estos procesos es alto. “Un duelo no procesado puede desencadenar depresión, pérdida de interés por actividades que antes disfrutaba, pensamientos negativos recurrentes, problemas de sueño, autolesiones e incluso intentos suicidas”, advirtió.
Respecto a cómo apoyar a alguien que atraviesa por un proceso de duelo, Avilés recomendó escucharlo, permitirle expresar sus emociones y validarlas.
Agregó que, al ser algo que impacta a niños y adolescentes, el fascículo de Mente Sana, que circulará este jueves 18 de septiembre, profundizará en el tema a través de una historieta adaptada a la realidad nacional, con herramientas prácticas para comprender y acompañar el duelo y la pérdida, por lo que invitó a padres de familia y docentes a buscarlo tanto en la edición impresa como digital.
