Esa es la esperanza y deseo de los compatriotas migrantes retornados en el marco de la iniciativa oficial estadounidense “CBP HOME”, mediante la cual antes de ser despachados de vuelta a Honduras reciben tarjeta de débito por un monto de mil dólares, que incluye a los menores de edad. También nuestro Gobierno les brinda asistencia monetaria, con el propósito de iniciar una microempresa que les permita al menos atender sus necesidades básicas en su tierra de origen, ya sin temores a ser arrestados y encarcelados por las autoridades migratorias y policiales de la Unión Americana.
Recién ha llegado a San Pedro Sula el primer contingente catracho, integrado por 38 personas, entre ellas, niñas y niños. En los próximos días llegarán más grupos, todos los cuales deben ser bienvenidos y estimulados.
Regresan a sus lugares de origen cargados de ilusiones y proyectos, que merecen el respaldo tanto de familiares, amistades, autoridades locales, brindándoles respaldo y aliento, aprovechando las destrezas y habilidades adquiridas en los trabajos desempeñados en ciudades y áreas rurales de los Estados Unidos, experiencia que les ha sido provechosa para convertirse en mano de obra calificada.
Es de desear que más migrantes de diversas nacionalidades aprovechen la oportunidad que está ofreciendo como alternativa la administración Trump, evitando así acosos, encierros, humillaciones, maltratos, y se reintegren en armonía a sus países de origen.
Ahora que Washington ha cancelado el permiso temporal a miles de venezolanos, que podían trabajar legalmente, ¿qué sucederá a nuestros compatriotas por años acogidos al TPS renovado periódicamente? Priva un ambiente de incertidumbre al desconocer si nuevamente será prorrogado o, por el contrario, definitivamente eliminado, lo que les cerraría la posibilidad de continuar residiendo y laborando sin sobresaltos en la nación norteña.
Similar situación atraviesan los “soñadores”, nacidos en Estados Unidos de padres extranjeros indocumentados.
Entretanto no quede aclarado su estatus, permanecen en el limbo y la angustia existencial.
También existe preocupación colectiva respecto a la aprobación por la Cámara de Representantes de un impuesto sobre el envío de remesas por nuestros migrantes, por cuanto su monto, tan vital para la economía nacional y familiar, se reduciría.