“Quien hace ruido con lo poco que sabe, ante oídos inexpertos suena melódico..., y termina envolviéndolos en cualquier mentira.” JFN.
Muchos hablan fuerte, pero dicen poco. Ese ruido no solo confunde, también atrapa. Quien domina la forma, aunque no tenga el fondo, muchas veces termina imponiendo su voz, ganando influencia e incluso tomando decisiones importantes.
Muchas compañías destinan grandes sumas a consultorías externas con la esperanza de innovar. En 2022, por ejemplo, las empresas españolas invirtieron más de 20 mil millones de euros en actividades de innovación, según datos oficiales. Casi un 10% de ese monto fue a parar a consultorías externas. Pero la pregunta es: ¿cuánto de eso realmente generó resultados?
A diferencia de estos casos, la inteligencia artificial sí ha comenzado a transformar realidades. Un informe reciente de KPMG, una red global de firmas independientes de servicios profesionales que ofrece auditorias y con presencia en 145 países, señala que el 68% de las empresas planea invertir entre 50 y 250 millones de dólares en inteligencia artificial generativa este año. No lo hacen por moda, sino porque ya están viendo resultados concretos: eficiencia, reducción de errores, mejor toma de decisiones. En pocas palabras, innovación real.
También en los gobiernos ocurre lo mismo: discursos grandilocuentes, frases bien elaboradas, anuncios de programas que luego no se ejecutan. La política se ha vuelto una puesta en escena. Y detrás del telón, muchas veces no hay ni equipo, ni estrategia, ni intención de resolver problemas. Hay mucha forma... pero poco fondo.
Se debe aprender a distinguir entre quien construye en silencio y quien solo hace ruido. De valorar al que investiga, al que pregunta, al que propone con base. Porque el verdadero conocimiento no necesita adornos; se sostiene solo.
La inteligencia artificial nos está mostrando que sí es posible innovar con resultados. Que sí se puede invertir en herramientas que transforman. La diferencia entre el que sabe y el que grita no está en el volumen, sino en el resultado que deja. Y eso, tarde o temprano, se nota.
