Sea que resida en su país de origen o en el exterior y logra sobresalir a título individual en lo científico, cultural, cívico, educativo, empresarial, deportivo, merece no solo ser públicamente congratulado, también reconocido por su aporte, sirviendo como ejemplo para ser imitado por otros que poseen el potencial y la motivación para hacerlo, además del espíritu de servicio en pro del bien colectivo.
Es motivo de satisfacción y orgullo para Diario LA PRENSA el haber podido entrevistar al hondureño Ramiro Ocasio Moya, residente en los Estados Unidos de América, poseedor de una alta sensibilidad social y espíritu solidario con la niñez y juventud hondureña.
Conmovido ante la experiencia vivida en uno de sus viajes a la tierra natal decidió, a su regreso, iniciar gestiones para crear una fundación: Foundation for Education in Honduras (Feih), que él, con respaldo de personas generosas, ha logrado desde octubre de 2015 al presente la construcción de 25 escuelas en 16 departamentos del país, en comunidades en donde los centros educativos de nivel primario se encuentran deteriorados en su planta física. Adicionalmente, la fundación dona mochilas, calzado y pupitres, elaborados por la pequeña y mediana industria local.
Al respecto declaró a este medio: “Mi sueño (...) es construir una escuela en cada municipio (...) solo nos falta Gracias a Dios e Islas de la Bahía”, dadas las dificultades logísticas en el traslado de los materiales de construcción.
Su positiva proyección en beneficio de sus semejantes inspira y genera efecto multiplicador. Él está realizando una inversión social que hace posible que el proceso enseñanza-aprendizaje se realice en condiciones materiales apropiadas, tanto para los educandos como para los docentes, propicias para impartir y recibir el pan del saber.
Corresponde a la Secretaría de Educación el dotar a los centros educativos con los materiales de apoyo que complementen lo emprendido por Ramiro: mobiliario, biblioteca, agua potable, servicios sanitarios, área recreativa, auditorio.
Sabemos que ahora que ha retornado a la Unión Americana continuará su emprendimiento generoso con similar o superior entusiasmo con la satisfacción del deber cumplido: haz el bien sin mirar a quien.
“Buen viento y buena mar”.