Querer a Honduras

La inseguridad, la falta de oportunidades y la desconfianza en las instituciones han llevado a muchos hondureños a emigrar y a pensar dos veces antes de regresar al país.

  • 04 de noviembre de 2025 a las 23:50 -

Respeto la manera de pensar y las decisiones que, cada hondureño, según lo dicte su conciencia, toma en relación consigo mismo o con sus hijos.

Respeto, por ejemplo, que, pensando en el futuro y en las oportunidades que con ello puedan obtener, haya matrimonios que decidan que sus hijos nazcan en los Estados Unidos.

Respeto también que, en los últimos años, muchas familias hayan hecho enormes esfuerzos para que sus hijos realicen estudios universitarios fuera del país. De hecho, esto último no es nada nuevo. En mi familia, para el caso, dos de mis hermanos realizaron estudios universitarios en México, y yo mismo hice lo mismo al inicio de mi carrera.

Pero, la diferencia con el panorama actual es que, muchos padres mandan a sus hijos al extranjero y, entre otras recomendaciones, les dicen que hagan todo lo posible por conseguir trabajo en otro país del mundo y que procuren no volver a Honduras; que aquí no hay futuro; que la situación no tiene visos de mejorar; que la inseguridad, en todos los sentidos, hace inviable el desarrollo personal pleno; en fin, que lo mejor es emigrar.

Y la realidad es que, antes, cuando uno se iba a estudiar fuera, siempre pensaba a regresar a Honduras, a trabajar, a formar una familia, a desarrollarse profesionalmente, hasta descansar algún día bajo esta tierra.

Yo, que he sido de los que siempre ha apostado por Honduras y que he procurado animar a la gente joven a salir, pero a volver, últimamente me he ido quedando sin argumentos cuando he intentado convencer a alguno de que regrese, comenzado por mi hijo mayor...

Las dudas que me plantean son siempre similares: ¿puedo salir a la calle sin correr peligro, a cualquier hora del día o de la noche?, ¿hay estabilidad política?, ¿hay respeto a la ley?, ¿el sistema de justicia es confiable?, y así por el estilo... Tristemente, las respuestas son una sucesión de “noes”, que no dejan de doler cada vez que se pronuncian.

Luego, me pregunto a mí mismo: ¿qué hemos hecho los que ya contamos varias décadas por este país?, ¿realmente lo hemos querido?, ¿hemos pospuesto los intereses personales o de grupo a los de Honduras?, ¿hemos fomentado la fraternidad entre los que aquí vivimos?

Y las respuestas no parecen diferir a las de las preguntas anteriores. Porque, y la realidad inmediata nos lo confirma, hemos privilegiado los intereses personales o de grupos o de partidos a los del país entero; en lugar de hermandad se ha sembrado odio y división; los hechos demuestran que no hemos amado suficiente a esta tierra.

Y así, nadie quiere volver. Mucho menos si se piensa en formar una familia y en criar a los hijos en un ambiente seguro y en el que hay verdaderas posibilidades de crecer y desarrollarse plenamente como persona.

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