Buenos augurios de paz

La guerra en Ucrania, a la que Rusia llama Operación especial militar, comenzó a gestarse luego del Euromaidán, en 2014, que provocó un golpe de Estado en Ucrania.

La llamada telefónica realizada el pasado miércoles 15 de febrero por parte del presidente Trump, de Estados Unidos de América, al presidente Vladimir Putin, de la República Federativa de Rusia, con el objeto de buscar los caminos diplomáticos para poner fin a la guerra en Ucrania, es una noticia trascendental en estos meses del inicio del año 2025. Indudablemente ese acontecimiento abre las puertas para la solución de un conflicto que ha puesto al mundo, en varias ocasiones, en el eminente riesgo de una guerra nuclear que llevaría a la humanidad a su desaparición definitiva.

La guerra en Ucrania, a la que Rusia llama Operación especial militar, comenzó a gestarse luego del Euromaidán, en 2014, que provocó un golpe de Estado en Ucrania y el surgimiento de regímenes ucranianos opuestos tajantemente a Rusia. Esos acontecimientos que desencadenaron las pugnas fueron la prohibición de hablar ruso, por parte de Ucrania, para los ucranianos del Este, en la región llamada Dombás, habitada mayoritariamente por descendientes milenarios de los rusos y la intención de despojarlos de sus propiedades y expulsarlos a Rusia.

Estos pueblos, sobre todo los de las provincias de Donest y Lugansk, se organizaron, armaron un ejército de resistencia y enfrentaron la agresión de Ucrania, empujada principalmente por los militantes del Grupo Azov, que proclaman la doctrina neofascista y reivindican a criminales nazis como el señor Bandera. Esta situación condujo a la proclamación como repúblicas independientes de dichas provincias.

Rusia y Ucrania se sentaron en las mesas de negociaciones en Minsk y ahí acordaron un alto al fuego, el intercambio de prisioneros y la reincorporación de las repúblicas de Donest y Lugnask a Ucrania, pero con ciertas garantías de autonomía. Ucrania, azuzada por la Unión Europea e Inglaterra, no cumplió con los compromisos y utilizó el alto al fuego para rearmarse y prepararse para invadir las repúblicas independizadas, como lo reveló más tarde la excanciller alemana Ángela Merkel.

Frente a la inminencia de un ataque por parte de Kiev, Rusia se adelantó con su Operación militar especial con el fin de proteger a la población rusa que sufría las agresiones de los profascistas del grupo Azov. Esto provocó una guerra que, con el respaldo para Ucrania de la Unión Europea y del régimen de Biden, se ha prolongado por tres años, pero que actualmente se encuentra en una situación en que Ucrania ha perdido cuatro provincias que se han adherido a Moscú, previo a un referéndum, y las tropas ucranianas se encuentran en una situación muy desventajosa con un avance permanente de los rusos y una pérdida cuantiosa, por parte de Ucrania, de grandes pertrechos y de soldados.

Las guerras no son nada bueno para el avance de la humanidad.

Por eso, la iniciativa del presidente Trump de dialogar vía teléfono con Putin es muy bien valorada por quienes nos oponemos a la guerra y promovemos la paz y la hermandad en el mundo.

Las declaraciones y las acciones de Trump y las de sus más cercanos colaboradores han tomado por sorpresa a Kiev y a la Unión Europea e Inglaterra. Nunca esperaron que Trump tomara partido por el definitivo fin de la guerra en Ucrania, a pesar de sus advertencias durante la campaña electoral y los primeros discursos luego de la toma de posesión en enero pasado.

Putin, por su parte, nunca rehuyó las negociaciones, pero puso condiciones que para Kiev parecían imposibles de aceptar. Por eso Kiev se empecinó, con el apoyo de los europeos del Occidente, en continuar la guerra muy a pesar de que cada día se coloca en una situación, en el campo de batalla, de gran desventaja frente a las tropas rusas que avanzan continuamente con la toma de pueblos y ciudades pertenecientes a las provincias anexadas.

Las condiciones de Rusia para firmar la paz son: reconocimiento de las nuevas fronteras, la desnacificación de Ucrania, negativa al ingreso de Ucrania en la Otan y desmilitarización de Ucrania y alto a la agresión de descendientes de rusos que habitan en ucrania.

Las perspectivas son halagüeñas. Estoy seguro de que habrá paz y que los europeos entenderán, por fin, que Rusia es un socio confiable que no tiene la intención de invadirlos, sino más bien de prestar una cooperación mutuamente ventajosa que permita el avance económico y social de todos los pueblos de Europa y de Eurasia.

las columnas de LP

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