Las baleadas revelan que los hondureños han perdido poder adquisitivo

El poder adquisitivo de los hondureños en 2025 les permite comprar menos baleadas que en 2020

San Pedro Sula

En los últimos cinco años, tras la pandemia Covid-19, los hondureños han sentido el peso de una inflación implacable que ha mermado su poder adquisitivo tanto que, pese a los aumentos del salario mínimo, en 2025 compran menos productos y servicios que en 2020.

Esdras Bonilla, por ejemplo, quien desconoce qué es el poder adquisitivo, la inflación, el índice de precios al consumidor, comprende que el costo de vida aumentó en Honduras cuando compra baleadas en cualquier negocio del centro de San Pedro Sula.

“Yo siempre he ganado el salario mínimo y siento que antes podía comprar más productos que ahora con la misma cantidad. Antes de la pandemia, con 30 lempiras yo podía comprar dos baleadas, ahora solo puede comprar una. Todos los años, me suben el salario, pero veo no me alcanza como antes porque ahora todo cuesta hasta el doble”, dice.

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Todos los años, una comisión integrada por el Gobierno, empleadores (representantes del Consejo Hondureño de la Empresa Privada) y trabajadores (representado por las centrales obreras) se sienta a la mesa a negociar una tabla de salario mínimo que deben pagar las empresas que operan dentro de 11 ramas de actividad económica, dependiendo del número de empleados.

Para el caso Bonilla, por trabajar en una empresa designada dentro de la rama de comercio por mayor, menor, que tiene entre 1 y 10 empleados, devenga un salario mínimo diario de L417.99. En 2020, ganaba un salario mínimo de L312.23.

En 2020, si Bonilla hubiera decido gastar todo el salario mínimo de un día en comprar baleadas sencillas, hubiera obtenido 21 unidades a un precio de L15 cada una (precio aproximado de ese entonces). Mientras en agosto de 2025, logra comprar 15 unidades a un precio de L27 (6 baleadas menos).

La inflación disparó los precios de los productos y servicios que componen la canasta básica y también el de las baleadas sencillas que consisten en una tortilla de harina de trigo hecha con manteca vegetal embarrada de frijoles fritos roseados con mantequilla y queso.

El precio de una baleada sencilla varía según la ciudad, ubicación del negocio, si es formal (paga impuestos) o informal, si tiene costos fijos (pagos de alquiler, salarios, servicios públicos) o no. También, depende del tamaño de la tortilla.

Sin embargo, para despejar la situación de Bonilla y de miles de hondureños que viven con salario mínimo, La Prensa tomó como precios de referencia los fijados por establecimientos de comidas reconocidos y muy concurridos en San Pedro Sula, como Baleadas Express, Coco Baleadas y Estelinas.

El precio aproximado de una baleada sencilla en establecimientos formales de comida escaló de L15 (2020), a L18 (2021), L20 (2022), L22 (2023), L25 (2024) hasta L27 (en agosto de 2025) debido al alza de los productos alimenticios con los cuales la preparan.

De agosto de 2020 a agosto de 2025, la libra de frijol rojo pasó de L12.71 a L22.92; la libra de mantequilla de L28 a L33.39, la libra de queso de L41.50 a L57.29, de acuerdo con precios de los mercados populares de San Pedro Sula monitoreados por el Observatorio en Seguridad Alimentaria y Nutricional (Obsan) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah).

El precio del quintal (100 libras) de harina de trigo, un producto importado de Estados Unidos, subió de L750 (noviembre de 2019) a L1.050 (septiembre del 2025), de acuerdo con el monitoreo de precios realizado en el mercado El Dandy de San Pedro Sula por el Sistema de Información de Mercados de Productos Agrícolas de Honduras (Simpah).

A excepción de la manteca vegetal, derivada del aceite de palma (exportado por Honduras), los frijoles y lácteos registraron alzas de precios porque el país, aunque produce, importa de Nicaragua para cubrir la demanda interna.

Dado a que no es un país productor de la base de la materia prima de la baleada, en la última década (hasta 2024), Honduras importó un promedio anual de $78,7 millones de trigo a Estados Unidos, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, que es convertido en harina por la industria

Así como el precio de las baleadas aumentó, todos los productos de la canasta básica, medidos por el BCH por medio del Índice de Precios al Consumidor, escalaron entre 2020 y 2025, lo cual encareció el costo de vida para los hondureños, según economistas consultados.

Hasta en 2024, los hondureños vieron una reducción en la inflación interanual, la cual descendió a 3.88%, después de ser afectados en 2023 con 5.19% y en 2022 con 9.80%, como efectos de Covid-19 y la invasión de Rusia a Ucrania. Para agosto de 2025, de acuerdo con el BCH, llegó a 4.16%.

Economistas consultados por La Prensa encuentra que el costo de vida de los hondureños refleja un contraste evidente, por un lado, los salarios aumentaron en términos nominales, pero la capacidad de compra cayó de manera sostenida.

"El incremento al salario mínimo que se negoció (5.5%-7%) este año está un poco más alto de la inflación acumulada durante el año pasado (4%), lo que viene a producir un salarioo mínimo para restituir el poder de compra perdido en los meses anteriores. Pero según las estadísticas de INE, hay un alto porcentaje de ocupados que no reciben ni el salario mínimo (35%) de los ocupados", dice Rafael Delgado, presidente en el norte del Colegio Hondureño de Economistas (CHE).

A criterio de Delgado, "o todo el aumento del salario mínim es incremento de poder de compra.Una buena parte (4%) solamente es para alcanzar el año anterior. Pero además de eso está ese incumplimiento del salario mínimo en un sector bastante grande de la economía".

La relación entre precios de alimentos básicos, como la baleada sencilla, y los ingresos muestra que el poder adquisitivo se redujo, afectando no solo el consumo de comida, sino también el acceso a otros bienes y servicios necesarios para mantener una vida digna.

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Juan Carlos Rivera
Juan Carlos Rivera
juan.rivera@laprensa.hn

Licenciado en periodismo (Universidad Nacional Autónoma de Honduras), máster en finanzas (Universidad Tecnológica Centroamericana), máster en dirección empresarial con orientación en gerencia de competencias directivas (Universidad Europea de Madrid). Más de 25 años en periodismo.

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