Más de 200 modestos mineros artesanales de Macuelizo, Santa Bárbara, perdieron la ilusión de mejorar sus condiciones de vida mediante la extracción y exportación de oro, a pesar de que el precio internacional de la onza troy supera actualmente los $4,000.
En la década anterior, mineros de siete aldeas de Macuelizo se unieron para formar la empresa Minas y Cuevas y firmaron un acuerdo con la refinería más antigua de Alemania, Heimerle + MeuleGmbH& Co. KG, bajo el esquema de comercio justo de minerales.
Hoy, cuando la onza troy en el mercado internacional ronda los $4,200, los mineros evitan incluso leer noticias relacionadas con el precio del oro, pues, según ellos, solo les genera frustración.
“Nosotros vendemos a L2,200 el gramo. El precio internacional está alto, pero de nada nos sirve. Vendemos el oro en un mercado informal, casi como si fuera algo clandestino, porque en el país no existen compradores que exporten”, relata Juan Ramos, presidente de Minas y Cuevas.
Una onza troy de oro equivale a 31.1034768 gramos, es decir, un gramo tiene un precio de aproximadamente $135 en el mercado internacional, equivalente a L3,535 (calculado con un tipo de cambio oficial de L26.1805 por $1). De esta manera, Minas y Cuevas solo recibe el 62% de la cotización internacional.
Esta empresa, que en su momento soñó con exportar periódicamente a Alemania, solo logró hacerlo durante un año y desistió por los elevados impuestos que debían pagar para enviar el mineral. Recuerdan que los primeros 450 gramos, extraídos con sus manos de las canteras de las montañas de Macuelizo, partieron con destino a Europa el 1 de diciembre de 2019.
“Para exportar un kilogramo de oro, teníamos que pagar entre $6,000 y $7,000. Dejamos de hacerlo porque no resultaba rentable. La empresa está integrada por 207 personas humildes, de comunidades rurales, que aspiran a mejorar su calidad de vida, pero eso se ha vuelto imposible”, comenta Ramos.
Ubicada a 78 kilómetros al sureste de San Pedro Sula, Minas y Cuevas es la primera empresa comunal de minería artesanal y de pequeña escala.
En 2017, el Gobierno realizó el traspaso de una concesión en manos de la minera de gran escala Geomaque hacia esta sociedad comunitaria con el respaldo del Instituto Hondureño de Geología y Minas (Inhgeomin), MiAmbiente, Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) y la Alianza por la Minería Responsable (Arm).
Geomaque inició operaciones en la década de 1990 con una concesión de 120 hectáreas en la comunidad de Ojo de Agua, Vueltas del Río, y continuó hasta alrededor de 2017. Ese año, los mineros artesanales locales, organizados en siete aldeas, presionaron para que el título minero pasara al control comunitario.
Pero “a pesar de todo el esfuerzo, no hemos podido avanzar porque hay demasiadas trabas para nosotros. Creo que hay un monopolio grande que no nos permite lograr nuestros objetivos”, dice.
“Lo poco que sacamos, lo vendemos aquí, no exportamos porque tenemos que pagar impuestos demasiado altos”.
En el mercado internacional, Hondura no figura como proveedor destacado de oro, como México que exporta más de $4,000 millones o Perú que registra envíos que suman los $12,000 millones.
Hasta julio, Honduras exportó a Estados Unidos y Suiza $132 millones por más de 42,400 onzas troy vendidas a un precio promedio de $3,111.34, según el Informe de Comercio Exterior de Bienes del Banco Central de Honduras.
Esta cifra es superior a la captada en igual período de 2024 ($98.3 millones), cuando exportó más onzas (más de 44,200), pero vendió a un precio promedio inferior ($2,225.63 la onza troy).