Poco acceso a atención médica agrava mortalidad por cáncer en Honduras

Dado que no todos los hondureños tienen acceso oportuno a tratamientos oncológicos, el cáncer se mantiene como una de las principales causas de muerte en el país.

Poco acceso a atención médica agrava mortalidad por cáncer en Honduras
San Pedro Sula

Con más de 7,000 víctimas cada año, el cáncer se convierte en la enfermedad que más vidas cobra en Honduras y expone las barreras económicas y sociales que limitan el acceso a miles de pacientes a tratamientos oncológicos.

Más de 70,000 personas ha muerto entre 2015 y 2025 a causa de distintos tipos de cáncer, cifra que, incluso, supera los más de 56,000 homicidios registrados en los años más oscuros del narcotráfico en el país (2010-2020).

Según el Global Cancer Observatory, cada año mueren más de 7,000 personas con diagnóstico de cáncer, algunas fallecen mientras siguen un tratamiento y otras al ser excluidas del sistema de salud por carencia de recursos económicos o simplemente por no haber cupos en hospitales públicos.

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Cifras de Global Cancer Observatory indican que, por ejemplo, en 2022, el cáncer de cuello uterino provocó 669 muertes, seguido del cáncer de estómago con 631 y el de próstata con 552. El cáncer de mama dejó 504 decesos, mientras que la leucemia cobró 493 vidas. También aparecen en la lista tumores en hígado (394), pulmón (392), colón (372), cerebro (351) y páncreas (269).

El impacto del cáncer en la sociedad hondureña es mucho más grave que en países vecinos con sistemas de salud menos precarios. Aquí la tasa de mortalidad es de 83.3 por cada 100,000 habitantes, supera a Nicaragua (76.8), Costa Rica (75.3), Guatemala (71.1), El Salvador (64.7), Panamá (65.7) y Belice (59.9).

Un alto porcentaje de las personas diagnosticadas con cáncer fallece porque tropiezan con cientos de barreras cuando intentan salvar sus vidas, pues el sistema público tiene una capacidad instalada limitada y no logra responder a la creciente demanda de pacientes que llegan de todas partes del país.

En los hospitales San Felipe y Escuela de Tegucigalpa, y en el Mario Rivas de San Pedro Sula realizan diagnósticos, quimioterapia, radioterapia y cirugías, pero muchas veces se quedan sin los medicamentos docetaxel y el trastuzumab para las quimioterapias.

En el sistema público las listas de espera para recibir atención superan las semanas y hasta los meses, un tiempo crítico en enfermedades que avanzan con rapidez. Por décadas, los equipos de radioterapia en muchas ocasiones ha presentado daños técnicos, condición que ha obligado a cientos de personas a interrumpir tratamientos en pleno proceso, reduciendo las posibilidades de recuperación de los pacientes.

Este año, producto de una carta de intenciones firmada en 2024 con el gobierno de Japón y Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en la 79ª sesión de la ONU, el gobierno de Honduras dio un paso importante al obtener tecnología, como aceleradores lineales para los pacientes que reciven radioterapias en el Hospital San Felipe y Hospital Mario Rivas.

Sin incluir los gastos por consultas médicas, exámenes, quimioterapias, una paciente de cáncer de mama, por ejemplo, gasta en una biopsia L4,000, una operación entre L40,000 y L75,000 (cantidad cobrada en una clínica privada), de acuerdo con datos recabados por Diario La Prensa entre pacientes consultados.

Las mujeres con cáncer de mama enfrentan una doble batalla, pues además del diagnóstico, deben lidiar con la falta de acceso a cirugías reconstructivas, cuyo costo en el sector privado oscila entre $6,000 y $8,000. Muchas sobrevivientes quedan sin opciones, pero sí con consecuencias físicas y emocionales profundas.

Las zonas rurales reflejan la cara más dura de esta enfermedad: los pacientes deben recorrer cientos de kilómetros para llegar a un hospital, con gastos adicionales en transporte y hospedaje que se suman al costo de los medicamentos. La falta de infraestructura descentralizada provoca que vivir en áreas alejadas sea prácticamente una condena en términos de acceso a la salud.

María Sánchez, 59 años, viaja de La Esperanza, Intibucá, a San Pedro Sula para someterse a sesiones de quimioterapia en la Liga Contra El Cáncer.

A María Sánchez, 59 años, residente en La Esperanza, Intibucá, le diagnosticaron cáncer de ovario en mayo anterior y desde entonces, con decenas de dificultades, ha encarado la enfermedad con el apoyo de sus familiares y asistencia médica de la Liga Contra El Cáncer de San Pedro Sula.

“Los hermanos y los sobrinos de ella hemos tenido que unirnos para apoyarla económicamente. La realidad de nosotros es difícil porque en La Esperanza, Intibucá, no tenemos instituciones a donde podamos recurrir. Con el apoyo de la familia, logramos que operaran a mi hermana el 27 de junio y ahora estamos con las quimioterapias”, dice José Sánchez, hermano de la paciente.

José Sánchez contabiliza un gasto de unos L80,000 entre la operación (L38,000), medicamentos y quimioterapias. Esto no incluye el transporte, alimentación y hotel que han pagado en cuatro citas médicas que han tenido en San Pedro Sula.

A igual que Sánchez, German Fernández de Santa Bárbara le dijo a Diario La Prensa que su madre, diagnosticada con cáncer de ovario, falleció a los 76 años de edad después de buscar soluciones en instituciones públicas, privadas y organizaciones no gubernamentales que ofrecen tratamiento a bajo costo.

“Mi mamá comenzó con problemas digestivos y, a raíz de esos síntomas, la llevamos a donde varios especialistas: le hicimos exámenes de colon, páncreas, hígado y otros órganos. Pero nos dijeron que era cáncer en el ovario. Fuimos con ella a una organización que ofrece tratamientos oncológicos a bajo precio y le hicimos ocho quimioterapias que costaban cada una entre L12,000 y L14,000. En clínicas y hospitales privados es más caro”, dice.

Después, los médicos, al observar una reducción del tumor de la madre de Fernández, le recomendaron ocho ciclos más de quimioterapia. Pero, según las explicaciones de él, optaron por una terapia de ocho ciclos de bevacizumab. Por cada 400 miligramos pagaban más de L60,000, es decir, en suma el costo del tratamiento superaría más de medio millón de lempiras.

“Nosotros hicimos esfuerzos económicos y logramos comprar cuatro y luego la llevamos al Mario Rivas, donde le aplicaron dos más, pero falleció, no soportó más; tenía el sistema inmunológico debilitado”, recuerda. “Es muy difícil salvar a un paciente con cáncer en este país. Recuerdo que en el Mario Rivas había pacientes que ni para comprar un catéter de L50 tenían”, dice.

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Pero en medio del drama, miles de personas también logran salvar sus vidas con los tratamientos que reciben en la Liga Contra El Cáncer, Centro de Cáncer Emma Romero de Callejas, Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y hospitales públicos y privados del país.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el cáncer representa una importante carga de enfermedad no solo en Honduras, sino en las Américas, solo superada por las enfermedades cardiovasculares. En 2022, hubo más de 4.2 millones de nuevos casos de cáncer en la región; para 2045 aumentará a 6.7 millones de casos.

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Juan Carlos Rivera
Juan Carlos Rivera
juan.rivera@laprensa.hn

Licenciado en periodismo (Universidad Nacional Autónoma de Honduras), máster en finanzas (Universidad Tecnológica Centroamericana), máster en dirección empresarial con orientación en gerencia de competencias directivas (Universidad Europea de Madrid). Más de 25 años en periodismo.

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