No quería soltar su vieja grabadora, compañera de mil batallas, hasta que la necia tecnología lo obligó. Salomón “El Poeta” Salguero Banegas era tan fiel a su herramienta de trabajo como lo fue a sus jóvenes colegas que lo acompañaron, hasta el final de su carrera periodística, caminando por las calles de San Pedro Sula en la cacería de noticias.
Formó una especie de simbiosis con las recién graduadas de periodismo porque él les enseñó sus artes de viejo lobo y ellas le ayudaron a dar el paso hacia la era digital en materia de comunicación.
La otrora famosa cafetería Skandia del Hotel Sula fue, por mucho tiempo, uno de sus lugares favoritos para editar las entrevistas guardadas en su grabadora que luego enviaba, vía teléfono fijo, a su querida radio HRN, mientras disfrutaba una taza de café.
Por eso se mostró consternado cuando vio que estaban descolgando el rótulo del emblemático establecimiento sampedrano tras el cierre de sus operaciones.
Sus pequeños ojos negros brillaban de contento bajo las tupidas cejas grises cuando, gracias a sus múltiples contactos, lograba una primicia que ni los más audaces reporteros habían podido obtener.
Sin embargo, como no era egoísta, les proporcionaba la fuente a sus compañeros, después de que la noticia había sido difundida, para que le dieran seguimiento. Por supuesto, con la autorización del informante, fue respetuoso de su fuente hasta que transmitió su última noticia.
Para demostrar que su inseparable grabadora de casete era de las buenas, solía contar que se la regaló el asesinado periodista capitalino, Alfredo Villatoro en aquellos inicios como reportero de Emisoras Unidas.
Con saco y corbata en plena guerra
Tenía otra grabadora más antigua que fue su arma durante una de sus coberturas históricas y de las que siempre hablaba con orgullo. Vestido de saco y corbata, le tocó cubrir la guerra de Honduras y El Salvador, en el frente sur en 1969.
Trabajaba en el periódico El Pueblo, órgano del Partido LIberal, en ese tiempo que se enroló como periodista en el frente de batalla con la autorización del alto mando de las Fuerzas Armadas.
Siempre recordaba que al principio la piel se le ponía como “cuero de gallina” al escuchar el estruendo de las balas a su alrededor, pero luego, la costumbre del traqueteo de la metralla le fue creando una coraza contra el miedo.
El traje de fatiga verde olivo de los combatientes contrastaba con su distinguida vestimenta. Resulta que la costumbre en la capital de la República era vestir traje en los grandes eventos. Como la guerra era un acontecimiento inédito e histórico, él consideró que debía darle cobertura elegantemente vestido: con saco y corbata.
Revolucionario con causa
Salomón Salguero Banegas dejó los trabajos agrícolas de su familia en su natal Sulaco, Yoro para estudiar en la capital, se consideraba un revolucionario de principios, por eso apoyó a los hermanos Carlos Roberto y Jorge Arturo Reina cuando dieron un giro dramático hacia la izquierda al Partido Liberal.
Siempre recordaba que sus padres y tíos lo levantaban a las cuatro de la mañana para ir al corral a ordeñar las vacas. A los catorce años fue a estudiar a Tegucigalpa al Instituto Central, en donde mostró su vocación periodística al dirigir un periódico mural. Así comenzó una carrera, la cual le hizo merecedor del premio Álvaro Contreras que le otorgó el Colegio de Periodistas de Honduras en 2019. Es la máxima presea otorgada a un periodista hondureño sobre todo porque venía de su amado CPH.
En su vida como periodista recibió una serie de reconocimientos como "El Zorzal" otorgado por la Cámara de Comercio e Industrias del Cortés, Ccic.
Con Carlos Roberto Reina anduvo de arriba hacia abajo durante su campaña electoral, por ello cuando el líder liberal llegó a la presidencia, siempre le prodigaba un efusivo saludo en las conferencias de prensa. Salguero ya estaba laborando en la municipalidad de San Pedro Sula como Relacionador Público.
Tiempos de bohemia
Su apelativo se debe a que también se las daba de poeta en sus años juveniles, con tan buen suceso que sus poemas eran publicados en el periódico El Pueblo.
El primer poema a una mujer se lo hizo a la guapa y talentosa Irma Suazo, esposa del entonces embajador de Honduras en la ONU, Leónidas Rosa Bautista. El poema se lo solicitó el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Gustavo Acosta, para que lo publicara en el periódico del Partido Liberal, y así lo hizo. Logró, con su lira, tocar el corazón de tantas muchachas que conoció en aquellos años de bohemia salpicados de aguardiente.
No obstante haber sido un empedernido enamorado, nunca se casó, pero procreó un hijo y crió, como sus hijas, a dos sobrinas. El poeta Salguero disfrutaba la ciudad, le preocupaba el país y soñaba con una mejor Honduras.
Experimentó en carne propia las dificultades de un sistema de salud público cuando su salud comenzó a deteriorarse. En diciembre del año pasado su cuerpo comenzó a padecer. Gracias a familiares, amigos, conocidos y sus colegas recibió atención en la clínica Ferraro.
El veterano informador cayó en cama y solamente una enfermedad agobiante a sus ochenta años pudo hacer que se separara de la que fue la pasión de casi toda su vida: el periodismo radial.
Permaneció varios meses en cama y anoche a las 10.30 pm partió a la eternidad dejando una huella imborrable en el periodismo y en la vida de todos los que tuvimos la dicha de conocerle y compartir. Nuestro querido poeta Salguero ya descansa en paz.
El Colegio de Periodistas de Honduras, CPH, lamentó la muerte del periodista reconociendo su trabajo y legado gremial. Fue presidente del Capítulo Noroccidental del Colegio de Periodistas de Honduras y fue un líder gremial que siempre mostró fidelidad y cariño a su colegio. "Estamos acongojados y nuestros corazones tristes" dijo el presidente del CPH, Juan Carlos Sierra.
Sus restos están siendo velados en la Funeraria Príncipe de Paz, se realizará una misa de cuerpo presente y a las 3:00 pm de hoy 6 de noviembre se realizará su sepelio en el cementerio La Resurrección, ubicado en la carretera a Ticamaya. Descanse en paz, poeta.
