Los callejones de tierra en esa aldea se transformaron en correntadas y, entre muchos carros arrastrados, un Honda Civic impactó entre dos muros de la vivienda de la familia Tróchez, mientras el nivel del agua subía rápidamente en el interior de la casa.
Sin opciones de salvarse, Nolvia Tróchez (25 años), su padre Nicolás Tróchez (75), su hermana Nidia Tróchez (38), sus sobrinos Edixon (17), Gibely (14) y Brayan Tróchez (6), su inquilino Guadalupe Benítez, la esposa de él, María Bautista, y el pequeño hijo de ambos, Pedro (3), subieron a una torre de bloques que estaba en el patio.

Nicolás Tróchez recordó que mientras cedían los muros que estaban alrededor y los carros eran arrastrados, la pila de bloques permaneció firme, algo que considera un “milagro de Dios”.
“No hallábamos para dónde agarrar y nos subimos a los bloques. La gente se pregunta por qué los bloques no cayeron si la corriente era monstruosa. La respuesta es que Dios estaba con nosotros”, comentó.
Don Nicolás, con asombro, dijo que esa noche, sobre esos bloques, los nueve presentes oraron a Dios con fe para pedir su protección.
“Nos avisaron con tiempo que debíamos salir, pero nosotros no creíamos y la inundación nos tomó por sorpresa”.

Nolvia Tróchez relató que estuvieron más de cinco horas sobre esa torre de bloques hasta que unos vecinos les lanzaron una cuerda.
“Ellos la amarraron en el poste de la esquina y en el árbol de tamarindo que estaba a la par de los bloques”.
“El carro que impactó en el muro destruyó la cocina, nos tardamos tres meses en limpiar. Nos refugiamos en Villanueva el 5 de noviembre y regresamos a finales de enero”, comentó Nolvia.
Nolvia recordó entre sonrisas que esa noche no había señal y no salían las llamadas de su celular; sin embargo, pese a que el aparato se le cayó al agua no se arruinó y es el que sigue usando hasta el presente.
“Ahora cuando llueve no podemos dormir tranquilos porque nos acecha el miedo. Nuestros tres carros quedaron inservibles y los vendimos como chatarra. Solo quedamos con la ropa que andábamos puesta”, finalizó.
Si en el futuro cercano una tormenta azotara el país, los Tróchez, al igual que la gente de El Calán, Villanueva, no tendrían adónde ir y solo se aferran a que la pequeña quebrada Chasnigua no se convierta en el monstruo que casi les arrebata la vida la fatídica noche del 4 de noviembre de 2020.
