25/04/2024
02:29 AM

Con palas y dos lanchas salvaron a toda una comunidad

Los héroes de Río Chiquito lucharon contra la corriente del río Ulúa para llevar a sus vecinos a un lugar seguro y que no se ahogaran por la inundación.

EL PROGRESO, YORO

José Francisco Zúñiga Suazo (de 47 años) y Armando Javier Amador (44), con dos pequeñas lanchas sin motor y palas en lugar de remos, salvaron a más de 300 personas de ahogarse por el desbordamiento del río Ulúa provocado por la tormenta Eta y esperan que nunca más su comunidad tenga que pasar por esa devastación.

Esta acción, por la que son considerados “héroes comunitarios”, sucedió el 5 de noviembre de 2020 en la aldea Río Chiquito, Bajos de El Progreso, Yoro, una comunidad rodeadas por cultivos y colindante con este caudaloso río.

La gente hacía fila para subir a las lanchitas de los héroes.

La noche del 4 de noviembre llovió copiosamente por la tormenta tropical y un tramo del bordo de protección cedió en una comunidad vecina, mientras que un segundo tramo fue destruido por la fuerza del agua la mañana del 5 de noviembre.

Acorralados por dos corrientes de agua, los niños, mujeres y hombres de Río Chiquito buscaban desesperadamente refugiarse en las partes altas de la comunidad sin tener mucho éxito, pues el agua cubría sus casas y superó el nivel de los bordos.

Fue así que en medio de llantos y sabiendo que muchas personas podrían morir, José Francisco Zúñiga y sus hijos Yolvin y Yelder tomaron la determinación de tomar su lancha y navegar contra corrientes para sacar a sus vecinos del área.

Zúñiga tiene experiencia cruzando el río Ulúa, ya que lo hace a diario para ir a sus cultivos en la otra margen del río; sin embargo, ese día supuso un reto enorme navegar.

En las fotos quedó documentado el desastre que hizo el Ulúa en los bajos de El Progreso.

En la lancha de fibra de carbón, de aproximadamente un metro de ancho y menos de tres de largo, acomodó nueve personas por viaje y los llevó de Río Chiquito al margen izquierdo del río donde las personas pudieron salir a la carretera para ser auxiliadas.

Esa faena duró de 9:00 am a 5:00 pm el 5 de noviembre.Amador, quien es compadre de José, realizó viajes de rescate simultáneo en una lancha más pequeña hasta las 7:00 pm.

La faena fue durísima, porque luego de tantas horas de remar, José tuvo que sacar desvanecido sobre su espalda a su hijo Yelder y se fueron directo al centro de salud más cercano e inmediatamente se les inyectó suero. Marvis Chévez (22) quien asistía a Amador, en la otra lancha comenzó a vomitar del agotamiento físico al que se había sometido.

Horario

Conmovedor. De 9:00 am a 5:00 pm del trágico 5 de noviembre de 2020, José y sus hijos Yolvin y Yelder rescataron a más de 300 personas trasladándolas de nueve en nueve en dos pequeñas lanchas

“Le dije hagámosle gancho porque nos faltan pocos por rescatar, ayúdame. Tenemos que sacar a todos, aquí somos como hermanos”, comentó Amador.

“La gente gritaba y oraba para que la lancha no se diera vuelta. Yo me encomendé a Dios para que todo nos saliera bien, trabajamos sin comer y dimos todas nuestras fuerzas. Utilizábamos una cuerda aparte de los remos para guiarnos al otro lado del bordo”, dijo José Francisco Zúñiga.

Gracias a la labor de estos hombres en Río Chiquito no hubo pérdidas humanas. Luego de casi un mes la gente de esa comunidad comenzó a regresar y el apretón de manos y las cálidas palabras de agradecimiento para Amador y Zúñiga fueron la presea que recibieron por su caridad y empatía para con sus vecinos.

Iris Montes, esposa de Amador, no dejó a su esposo sino que desde un bordo vio como él rescataba a los vecinos.

“Fue una gran labor la que hizo”, comentó con orgullo. Cada semana, entre pláticas de los vecinos, se recuerda este episodio trágico para Honduras.

“Solo la ropa que andaba ese día me quedó. Nos hemos recuperado poco a poco y esperamos que no venga una nueva llena”, comentó Amador, quien perdió la lancha en que rescató a la gente porque la estaba pagando al crédito y no pudo seguir por falta de ingresos, mientras que Francisco, aún espera las promesas de un motor para su lancha.

Con palas y dos lanchas salvaron a toda una comunidad