Los conflictos internos al interior de las Fuerzas Armadas ocurren desde el momento en que la política partidaria irrumpe en su interior, militando en contra de un principio fundamental, que es la unidad de mando y la disciplina. Tales tensiones van acumulándose, provocando resentimientos, facciones y divisionismos que socavan el principio de autoridad y obediencia debida.
Los golpes de barraca mediante los cuales la oficialidad decide reemplazar al superior jerárquico, vale decir al jefe del Estado Mayor Conjunto, han ocurrido cíclicamente. Basta recordar lo ocurrido a los generales López Arellano y Melgar Castro.
También suceden resentimientos cuando una promoción es desplazada de acceder a los mandos superiores dándole preferencia a otra de menor antigüedad, ahondando divisionismos latentes.
Si a ello se agrega la adhesión de algunos altos mandos a ideologías y doctrinas antagónicas con el sistema democrático, se está agregando más leña al fuego, cuando no existe unanimidad de criterios y adhesiones al respecto, provocando conflictos interiores entre fuerzas centrípetas y centrífugas.
Es dentro de estos contextos que debe interpretarse la salida del país con rumbo hacia Estados Unidos, por temor a represalias, por parte del general Ramiro Fernando Muñoz, al negarse a trasladarse como agregado militar a Nicaragua, optando por pedir su retiro, mismo que fue aceptado. Tal es la versión ofrecida por personas conocedoras de interioridades en la institución castrense. En tanto, la versión oficial atribuye a quebrantos de salud la decisión adoptada por el general Muñoz.
Sea como fuere, el hecho es que él ya no disfrutaba de la confianza del general Roosevelt Hernández, tampoco de la presidenta de la república y comandante general de las Fuerzas Armadas, doña Xiomara Castro.
Tanto las condiciones internas, cuando la ciudadanía está convocada a elecciones el 30 de noviembre, deportaciones masivas de compatriotas, contracción económica, violencia e inseguridad, accionar del narcotráfico, como las externas, signadas por el potencial enfrentamiento bélico entre la
Unión Americana y Venezuela, que han implicado a nuestro país en el tráfico libre de estupefacientes con destino a los Estados Unidos, de acuerdo con la acusación proveniente de Washington, obligan, hoy más que nunca, a cerrar filas, superando odios, revanchismos, venganzas, que aceleradamente nos debilitan en vez de fortalecernos.
Solamente así es que nuestro “brazo armado del pueblo”, las Fuerzas Armadas de Honduras podrán cumplir a plenitud con la seguridad, conducción y organización de la defensa nacional, la vigencia de nuestra soberanía y la total subordinación a la autoridad civil.