Reflexiones acerca de la democracia

La corrupción e impunidad, pública y privada, empobrecen aceleradamente a la nación hondureña, con una carga tan elevada de deuda interna y externa que ya resulta impagable.

Con certeza se ha afirmado que “el objetivo más importante de la democracia es elevar los niveles de civismo, confianza, solidaridad, tolerancia, compromiso, respeto mutuo y credibilidad entre sus miembros. Para que una democracia sea sostenible, es decir que este en condiciones de reproducir las condiciones que le permiten continuar existiendo, deben estar presentes ciertos factores que hagan posible su sostenibilidad: la existencia de un proyecto nacional de desarrollo que sea inclusivo de todos los miembros de la sociedad; creación de consensos a la hora de la toma de decisiones colectivas; institucionalidad estatal eficaz, capaz de responder ante las demandas de la sociedad; el desarrollo de una cultura política democrática; la extensión del consenso y el disenso como institución dentro de la esfera de la sociedad civil”. (PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano 2002).

Estos postulados deberían estar vigentes, con carácter permanente, en nuestro país, si comprendemos que respaldar su vigencia más allá de meros enunciados contribuye decisivamente a la expansión y fortalecimiento del sistema democrático, siempre en proceso de construcción.

La cruel realidad es otra: subsistimos en una sociedad cada vez más polarizada, desigual en cuanto al acceso a oportunidades económicas, laborales, educativas, en que el recurso a la violencia antes que al diálogo y la concertación prevalecen como medios expeditos de zanjar diferencias.

La corrupción e impunidad, pública y privada, empobrecen aceleradamente a la nación hondureña, con una carga tan elevada de deuda interna y externa que ya resulta impagable.

Nuestros políticos actúan de manera manipuladora, demagógica, oportunista, constituyendo su único propósito el acceder al poder para el enriquecimiento instantáneo, abandonando en tal objetivo, cualesquier consideración ética. Sus cúpulas alcanzan, bajo la mesa y de espaldas a sus bases, arreglos de recíproca conveniencia. Abandonar el país queda como única opción posible para poder intentar vivir en paz y bienestar para miles de compatriotas, acosados por el crimen, extorsión, desempleo, periplos inciertos y cada vez más riesgosos; las puertas ahora están cerradas, herméticamente, para trasladarse a los Estados Unidos, que bajo la actual Administración caza, encarcela y deporta tanto a adultos como a menores, que tradicionalmente se acogían a su sentido humanitario y compasivo, plasmado en su Estatua de la Libertad. Hemos alcanzado tales niveles de intolerancia, irrespeto a la opinión ajena, imposición, restricciones a la libertad de prensa, que estamos abocados a un sistema autoritario en que la fuerza prevalecerá sobre la legalidad, si la ciudadanía actúa indiferente y pasiva ante las actuales realidades cotidianas. El voto es el arma con el que contamos para decidir el destino y futuro de nosotros y nuestros descendientes. No lo olvidemos.

Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias