El ingreso de naves armadas salvadoreñas en las aguas del golfo de Fonseca pertenecientes a nuestro país constituyen tanto una violación de la soberanía nacional como una provocación, con propósitos aún no esclarecidos, que pudieran ser evaluar la capacidad de reacción de nuestra fuerza naval.
A lo largo de las relaciones bilaterales entre ambos países, históricamente El Salvador, utilizando distintos argumentos, rehusaba delimitar y demarcar la frontera terrestre compartida.
Un enfrentamiento bélico en 1969 y la intervención internacional obligaron a sus autoridades a la firma del Tratado General de Paz en 1980 y a la aceptación de concurrir a la Corte Internacional de Justicia para que fuera ese alto tribunal el que emitiera su fallo y así poner fin a la centenaria disputa, que constituyó un factor importante para tensar los lazos entre ambos pueblos.
El fallo en La Haya, Holanda, fue emitido el 11 de septiembre de 1992 el estatus de la Bahía del Golfo de Fonseca contentiva de aguas interiores en las que los tres estados ribereños: Honduras, El Salvador y Nicaragua comparten soberanía, y su respectivo territorio marítimo se prolonga sobre las zonas adyacentes a dicha bahía.
Consecuentemente, el mar territorial hondureño tiene por líneas de base la línea de cierre de la bahía.
Si con Nicaragua ya se firmó tratado el 2021 que definió de una vez por todas los respectivos límites marítimos, aún queda pendiente que Honduras y El Salvador resuelvan sus respectivos espacios marítimos, en consonancia con la sentencia de 1992 y la definición de línea de cierre del golfo, delimitando la bocana que conecta con el océano Pacífico.
La proverbial intransigencia del vecino país se refleja en su negativa a reconocer que Honduras tiene libre salida al Pacífico, violando el espíritu y la letra de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de 1992 y el principio de la libertad de navegación, reconocido internacionalmente.
Adicionalmente, El Salvador continúa afirmando que el estratégico islote de Conejo le pertenece, posición carente de fundamentos legales, geográficos e históricos.
Al negarse al libre e irrestricto acceso directo de Honduras al Pacífico, perjudica la economía pesquera nacional, limitada a las aguas del Caribe y las del Golfo de Fonseca.
Una posición a la vez firme y prudente deben asumir nuestras Fuerzas Armadas y Cancillería para impedir cualesquier presencia de embarcaciones salvadoreñas en nuestro espacio marítimo.