Lucha permanente contra la criminalidad

De no enfrentarse de manera frontal y permanente este flagelo, Honduras pronto llegará a ser otro narcoestado más, fallido y colapsado en su institucionalidad

El nuevo Gobierno, desde el primer día, debe sostener un combate decidido, constante, enérgico en contra del crimen organizado, lo que incluye al narcotráfico y las maras, autores de violencia cotidiana, secuestros, feminicidios, venganzas, extorsiones, que progresivamente van adquiriendo más influencias y territorios, infiltrándose en distintos segmentos sociales, captando aliados incluso entre las fuerzas encargadas de vigilarlos y reprimirlos; es decir, tanto la Policía civil como la militar, en el proceso, atentando contra la seguridad y salud de nuestros compatriotas, siempre en búsqueda de nuevos consumidores de narcóticos para ampliar aún más sus ganancias.

Para ello se requiere de la colaboración de países amigos y de organismos internacionales especializados en materia investigativa, de capacitación y neutralización. Ha quedado evidenciado que durante los regímenes anteriores al actual la influencia y poder del narcotráfico había llegado a los más altos niveles de la administración pública y de determinados partidos, proporcionando cuantiosos fondos a políticos inescrupulosos deseosos de elegirse y/o reelegirse a cargos de elección popular a cambio de influir, de distintas maneras, para impedir ser interceptados, encarcelados y deportados.

De no enfrentarse de manera frontal y permanente este flagelo, Honduras pronto llegará a ser otro narcoestado más, fallido y colapsado en su institucionalidad, en sus valores éticos y morales, cada vez con menos territorios bajo control estatal, transformados en santuarios y refugios de los narcos y bandas, además de transformados en plantaciones de coca y marihuana, tal como ya ocurre en Gracias a Dios, Colón y Olancho. Esta vigilancia debe incluir también aquellas instituciones y personas dedicadas al lavado de dinero sucio y a testaferros que, súbitamente, de la noche a la mañana, se han convertido en potentados, sin poder explicar satisfactoriamente el origen de sus fortunas, obviamente de origen ilícito.

La coyuntura es altamente propicia para la lucha contra el narcotráfico ante la política enérgica procedente del Gobierno estadounidense, implacable en llegar a las fuentes mismas en donde se cultivan, procesan y exportan psicotrópicos y las rutas intermedias en el tráfico con destino final hacia el mercado consumidor más grande en el mundo.

El que recibamos equipos de vigilancia e intercepción: radares, embarcaciones, helicópteros, laboratorios de análisis, contribuirá en sumo grado para la mutua colaboración entre la Unión Americana y Honduras. De no actuar, más temprano que tarde, nos convertiremos en el segundo Haití, en donde las pandillas han llegado a constituirse en el poder real y visible, desplazando a las autoridades legalmente constituidas.

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