Verdad con sensibilidad

La verdad es poderosa, pero si se presenta con dureza puede destruir en lugar de edificar (Colosenses 4.6).

  • 26 de septiembre de 2025 a las 23:40 -

Se cuenta de un hombre que era conocido por su falta de tacto. Era del tipo de persona que simplemente no podía decir las cosas con sensibilidad y prudencia. En pocas palabras, carecía de filtro.

Él y su esposa tenían un perro de mascota, el cual era muy querido por ellos. Cierto día, la mujer hizo un viaje al extranjero. Cuando arribó a su destino, llamó a casa, y le preguntó a su marido cómo iban las cosas en el hogar. Él le dijo: “¡Se murió el perro!”. Ella quedó devastada.

Después de recobrar la compostura, ella señaló: “Amor, ¿por qué no puedes tener un poco de tacto?”. Él le contestó: “¿Y qué más podría decir? Simple y sencillamente el perro se murió”.

Ella dijo: “Podrías habérmelo dicho en partes. Por ejemplo, un día: ‘El perro se subió al techo’. Al día siguiente, podrías decirme: ‘Cariño, el perro se cayó del techo y se lastimó mucho’. Otro día, podrías haber añadido: ‘Corazón, hemos tenido que internar al perro. Ahorita se encuentra en el hospital, y está muy grave’. Finalmente, podrías haber dicho: ‘Cariño, prepárate. El perro ha muerto’. Yo, sin duda, podría haber soportado mejor la noticia de esta forma”.

El esposo hizo una pausa, y dijo: “Ah, ya veo. Tienes razón”. “Pero bueno”, indicó ella, “pasando a otro tema, ¿Cómo está mi tío?”. A lo que él contestó: “Tu tío se subió al techo”.

Es evidente apreciar, por medio de esta historia, que nuestras palabras pueden llegar a ser un bálsamo que alivia o un arma que lastima. Es importante entender que no solo importa lo que decimos, sino cómo lo decimos.

El esposo dijo la verdad, pero no se puso en los zapatos de su pareja. Ser empáticos consiste en considerar cómo la otra persona podría recibir nuestras palabras. La sinceridad es necesaria, pero debe estar siempre acompañada de sensibilidad.

La verdad es poderosa, pero si se presenta con dureza puede destruir en lugar de edificar (Colosenses 4.6).

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