Recurso engañoso

Un día, don Manuel organizó un gran banquete para mostrar sus recursos. Invitó a todos, pero nadie fue. Se quedó solo, con sus manjares intactos y su música sonando en un salón completamente vacío.

Había una vez un hombre muy rico llamado don Manuel. Siempre que caminaba por la plaza del pueblo llevaba un anillo brillante en cada dedo y un sombrero muy fino que destacaba por su artesanía y calidad excepcional. Cada vez que alguien se le acercaba, no tardaba en decir: “Yo tengo más tierras que todos ustedes juntos. Mis caballos son los más rápidos y mis fiestas las más lujosas”. Los vecinos, cansados de escucharlo, dejaron de prestarle atención. Cuando hablaba, ya nadie lo miraba.

Un día, don Manuel organizó un gran banquete para mostrar sus recursos. Invitó a todos, pero nadie fue. Se quedó solo, con sus manjares intactos y su música sonando en un salón completamente vacío.

Santiago, líder de la iglesia en el Nuevo Testamento, escribe sobre el orgullo de los ricos y de la perspectiva frívola y materialista que adoptan. “Escúchenme, ustedes, los que dicen: ‘Hoy o mañana iremos a la ciudad; allí nos quedaremos todo un año, y haremos buenos negocios y ganaremos mucho dinero’. ¿Cómo pueden hablar así, cuando ni siquiera saben lo que les va a suceder mañana?” (Santiago 4:13-14, TLA). Advirtiéndoles —como a todos los que piensan que tienen el futuro seguro en sus manos— que ellos también están precariamente sujetos a las incertidumbres, brevedad y fragilidad de la vida.

“Presumir y confiar en sí mismo es un pecado”, escribe K.T. Sim. Por eso, Santiago nos dice que pongamos nuestra confianza en Dios para nuestro futuro y que utilicemos el recurso material que tengamos para hacer el bien y ayudar a otros (ver Santiago 1:27 y 4:15-17).

¿Cómo utiliza el recurso y el tiempo que Dios le da, querido lector? Al final, don Manuel comprendió que su dinero podía comprar cosas, pero no podía comprar el respeto ni la amistad. Desde ese día, en lugar de jactarse, empezó a usar lo que tenía para ayudar a los demás, y poco a poco volvió a tener compañía verdadera.

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