Quisiera escribir palabras hermosas que anticipen las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, en paz y con muchos motivos para ilusionarnos en el presente, con la mirada puesta en un futuro lleno de prosperidad. Quisiera compartirles mucho más que las frases ya hechas, que repetimos quizá porque no encontramos otras que logren describir sentimientos más complejos.
Quisiera tener muchísimas más certezas de las que actualmente es posible encontrar para anotarlas aquí, con conocimiento y análisis, pero la realidad es otra. La incertidumbre tiene raíces profundas en Honduras y en el mundo. El futuro hoy nos parece demasiado incierto para planes; quizá siempre lo ha sido y los acontecimientos actuales solamente nos enfatizan una realidad que nos muestra una faceta oscura.
Por eso hoy, en la víspera de Navidad, mi deseo es que sepamos canalizar lo mejor posible todo aquello que estamos viviendo como nación, para que podamos superar nuestros grandes desafíos y avanzar. Hoy deseo que la realidad sea tan retadora que te incomode, que te haga escudriñar aquello que en otras ocasiones te ha permitido salir adelante: fortaleza, empatía, responsabilidad y determinación.
¡Incomódate! Porque desde tu zona de confort es muy difícil encontrar el deseo de ser parte de un cambio positivo. En el hogar, en los equipos de trabajo, en muchas áreas, son las personas incómodas las que nos señalan lo que aún está pendiente de lograrse, las que nos impulsa a seguir buscando nuestra mejor versión. No esperes motivación externa de forma constante, porque a menudo no la encontrarás en ambientes complejos; para esos momentos, aprende a desarrollar la disciplina que te ayudará a seguir avanzando.
Incomódate y actúa con lo que está a tu alcance cambiar, comenzando por tu interior y por tu círculo de influencia. ¿Solo comparten preocupaciones y quejas o buscan también formas de superar las dificultades? Porque con cada situación compleja se presenta la oportunidad de aprender, porque al superarlas alcanzamos un mayor grado de madurez individual o colectiva.
Además, los momentos difíciles tienen la capacidad de reencontrarnos con la humildad, para reconocer aquello que podemos cambiar y depositar en manos de Dios nuestro futuro y lo que, por ahora, nos parece imposible. ¡Incomódate! Porque así practicas la esperanza en acción, en lugar de la resignación, porque la incomodidad nos señala que aún debemos transformarnos y que hay espacio para la fe.
Que la incomodidad de hoy sea el cambio del mañana cercano y que, aún con ella, tengamos todos la oportunidad de convivir en paz.