En tiempos de crisis...

El cultivo de la virtud es un factor fundamental para la solución de los pequeños o grandes problemas que generan crisis.

  • 09 de diciembre de 2025 a las 23:50 -

Cuando el viento sopla a nuestro favor; cuando las cosas salen como nosotros queremos, resulta fácil ser virtuoso, ser buena gente. Pero cuando enfrentamos contradicciones, cuando no nos sale una a derechas, suelen salir a flote nuestros vicios, nuestras miserias, es entonces cuando mostramos de qué estamos hechos. Y podemos llevarnos agradables sorpresas o grandísimas decepciones. Porque hay personas, hombres y mujeres, que en tiempos de bonanza parecen amables, respetuosos, humildes, incluso; pero que ante la adversidad lucen barbáricos, intolerantes, brutales.

De ahí la importancia de luchar a lo largo de toda la vida; desde que tenemos conciencia de nosotros mismos; cuando comenzamos a ser capaces de distinguir el bien del mal, por adquirir hábitos éticos, virtudes humanas. El ejercicio, no siempre fácil, de practicar la virtud, hace que surja dentro de nosotros una especie de “segunda naturaleza”, una fuerza interior que nos lleva a sobreponernos a las dificultades, a las frustraciones, a lo inesperado. De hecho, no hay que olvidar que el término virtud procede de la voz latina “vir”, que significa fuerza. De esa misma raíz se desprende el término castellano viril, cuya carga semántica incluye ideas como viril, recio, fuerte, valiente. Por eso, una persona virtuosa reacciona civilizadamente ante los problemas, por grandes que resulten, y se mantiene serena; conserva el equilibrio, las buenas maneras y no pierde el buen talante, indispensable para conservar la convivencia pacífica en cualquier ámbito en que se desenvuelva.

El cultivo de la virtud es un factor fundamental para la solución de los pequeños o grandes problemas que generan crisis. Un hombre, una mujer, templados, que saben conservar sus papeles, que cuidan lo que dicen y el tono en que se expresan, sabrán dialogar, buscar consensos, tender puentes. Un hombre, una mujer, prudentes, medirán las consecuencias de sus actos, sabrán tomar lecciones del pasado, no se excederán en sus juicios respecto a los demás y conservarán la cordura, la calma, el respeto hacia los demás.

En tiempos de crisis se valora, más que en otras circunstancias, la conducta ética, la posesión de unos valores, de unos principios, cimentados desde la infancia. Se nota, desde lejos, cuando se ha carecido de una formación moral, ya que se miente con facilidad, se falta al respeto al prójimo con ligereza, se juzga a los demás sin pruebas bien fundadas y solo se busca el propio beneficio.

De esto se ha escrito y hablado hasta la saciedad. Falta que adquiramos conciencia clara de ello y que procedamos en consecuencia.

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