El empresario y el pescador

Jesús dijo en cierta oportunidad:“¡No vivan siempre con el deseo de tener más y más! No por ser dueños de muchas cosas se vive una vida larga y feliz” (Lucas 12.15, TLA).

  • Actualizado: 18 de julio de 2025 a las 00:00 -

Philip Parham cuenta la historia de un acaudalado hombre de negocios que se molestó al ver a un pescador sentado tranquilamente junto a su barca, disfrutando del paisaje.

“¿Por qué no estás en el mar pescando?”, le preguntó con cierta impaciencia.“Porque ya pesqué lo suficiente para el día de hoy”, respondió el pescador con calma.“¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas?”, insistió el hombre rico.“¿Y qué haría con el pescado extra?”, preguntó el pescador, intrigado.“Podrías venderlo para ganar más dinero”, replicó el empresario. “Así, podrías comprarte un barco mejor, salir a aguas más profundas y atrapar mejores peces. Con el tiempo podrías comprar redes de nylon, pescar aún más, ganar aún más dinero, y eventualmente tener una flota de barcos. ¡Serías tan rico como yo!”.

El pescador lo miró y le preguntó:“¿Y después de todo eso, qué es lo que haría?”.“Pues podrías sentarte, relajarte y disfrutar de la vida”, contestó el hombre con una sonrisa triunfante.El pescador volvió la vista al mar, respiró profundo y le dijo:“¿Y qué cree que estoy haciendo en este momento?”.

Jesús dijo en cierta oportunidad:“¡No vivan siempre con el deseo de tener más y más! No por ser dueños de muchas cosas se vive una vida larga y feliz” (Lucas 12.15, TLA).

El pescador de nuestra historia no es que era perezoso, simplemente sabía cuándo detenerse. El empresario, por otro lado, se encontraba atrapado en una carrera sin fin.

La moraleja no es rechazar el crecimiento económico, sino ubicarlo en su debido lugar: no como el fin último, sino como un medio para vivir bien y servir al prójimo, sin sacrificar lo más importante como es el gozo, la paz y las relaciones interpersonales significativas.

No es malo aspirar a crecer o prosperar económicamente. Lo que es peligroso es hacerlo a costa de la salud, la familia o la paz interior.

Esta historia nos invita a revisar nuestras prioridades. ¿Vivimos para trabajar o trabajamos para vivir?

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