“Mamá, tengo que decirte algo, pero no le contés a mi papá...” Esa es la frase que muchas adolescentes en Honduras pronuncian cuando descubren que están embarazadas, en medio del miedo y la incertidumbre.
Honduras cuenta con una población actual de 10.5 millones de habitantes, dividida entre el 51% de mujeres y el 49% varones. El 39.4% son menores de 18 años, equivalente a 3.4 millones, y encabeza la tasa de fecundidad adolescente en América Latina y el Caribe, con 97 nacimientos por cada 1,000 mujeres de entre 15 y 19 años, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Diariamente --solo en San Pedro Sula-- nacen un promedio de 60 niños, distribuidos en los hospitales públicos del Mario Catarino Rivas y Leonardo Martínez.
Entre las causas más comunes del embarazo adolescente, destacan el uso inadecuado de teléfonos móviles, el acceso sin supervisión a redes sociales, la falta de educación sexual, la desinformación y el debilitamiento del rol parental.
La desintegración familiar y la pérdida de valores en el hogar influyen para que algunas adolescentes enfrenten la sexualidad como un juego, sin conciencia sobre las consecuencias. El resultado: embarazos no planificados, muchas veces a manos de otros menores, también desinformados y sin responsabilidad.
Los nueve meses de embarazo se convierte en un periodo de insatisfacción, frustración, angustia, odio, y hasta amargura, en especial las abandonadas por sus padres, y de sobra está preguntar ¿Quién es el responsable del embarazo?, pues en la mayoría de los casos es otro adolescente irresponsable.
Dentro de estos sucesos están las adolescentes que obligadamente tienen que hacerse cargo del niño, pero debido a su edad y poca experiencia, ven a los bebés como muñecos de plástico o peluches de trapo, y las abuelas tienen que criarlos en un país llamado Honduras.
