Cinco años después de la llegada de Uber e InDrive, los taxis blancos numerados, autorizados por el Gobierno, circulan en menor cantidad por las principales ciudades, pero no por la competencia digital, sino por las malas prácticas y otras causas que surgieron a la sombra de estos nuevos modelos de negocios.
La extinción obedece, principalmente, a la expansión de los vehículos particulares, de diferentes colores, cuyos propietarios aseguran ser taxis VIP o socios de las plataformas digitales, aunque no todos operan dentro de estos esquemas, sino, en la ilegalidad.
En el mercado hondureño, algunos de los dueños de vehículos privados prestan realmente el servicio a través de esas plataformas y bajo sus reglas, otros (siendo conductores de Uber e InDriver) realizan carreras negociadas al margen de las aplicaciones para obtener una mayor ganancia y existe otra porción que ofrece transporte sin control de una autoridad.
Estas prácticas son ampliamente conocidas entre conductores de estas unidades, taxis tradicionales y VIP y también discutidas en foros en línea, como Reddit, una plataforma donde las personas realizan consultas, presentan problemas y encuentra respuestas y opiniones.
“Hola, soy estudiante universitario, vivo en Tegucigalpa y ya estoy cansado de trabajar para empresas que no paguen bien (abajo de 15 mil). Estoy interesado en meterme a Uber ¿Consejos, recomendaciones, sugerencias, observaciones, por favor?”, consultó un hondureño en Reddit.
Y unas de las respuestas que recibió es esta: “Según experiencia de amigos, el truco es hacer las carreras, pero luego tener trato directo con pasajeros de confianza que lo usa con frecuencia (ir al trabajo, salir de turno, etc.) y ya saber que esas carreras el 100% va a tu bolsa y le das precio mejor que el de Uber. Claro, eso toma tiempo”.
Elio Muñoz, presidente de la Asociación de Taxistas de Honduras (Ataxish), le confirmó a LA PRENSA que “este es uno de los problemas que ha desordenado el sistema de transporte, que al final afecta a los usuarios y hasta los ponen en riesgo por desconocer quiénes verdaderamente son los choferes que los transportan”.
“El desorden en el transporte es tan grande que ahora cualquiera dice que maneja Uber o InDriver. Yo les digo a los hombres que cuando la novia o la esposa les diga que llegará un Uber por ellas, que no la dejen ir porque podría ser el lechero. Digo esto para explicar que cualquiera dice que es Uber y no sabemos quién es, podría ser el lechero, un delincuente”, le dijo Muñoz a Diario La Prensa.
La aplicación que muchos utilizan
Para estudiantes, personas que trabajan en oficinas y turistas, Uber es una opción segura para viajar, pues opera como una plataforma digital de intermediación que conecta a pasajeros con conductores independientes (socios conductores) a través de una aplicación descargada en los teléfonos celulares.
El usuario ingresa el destino, la app calcula el precio fijo (o estimado), muestra conductores cercanos con foto, placa y calificación, y asigna el viaje en segundos; el conductor acepta, llega al punto de recogida guiado por GPS, realiza el trayecto y, al finalizar, el pago ese descontado automáticamente de la tarjeta registrada por el pasajero.
Uber retiene una comisión del 25% al 30%, transfiere el resto al conductor semanalmente, y ambos se califican mutuamente para mantener estándares de calidad y seguridad. Todo el proceso es sin efectivo, transparente y rastreable en tiempo real.
Goevay Vindel, quien tiene 10 años de trabajar como taxista en San Pedro Sula, cree que Uber es una oportunidad para algunas personas que no tienen empleo, pero es una competencia desleal “porque no pagan impuestos, no pagan permiso de operación y no tienen autorización del Gobierno”.
“Con la llegada de estas plataformas, cualquier dice que es Uber, pero no todos son Uber, muchos de esos carros, hasta sin placa, circulan y son de personas que tienen un negocio o un trabajo formal del cual viven. Mientras nosotros y nuestras familias, que dependen de estos taxis blancos, estamos desapareciendo”, dijo Vindel.
Los taxistas, como Vindel, son del criterio que el transporte de personas en taxis han caído “en situación de desorden” que, no solo afecta a las familias que han vivido de esta actividad, sino que pone en circunstancias de riesgo e inseguridad a cientos de personas, principalmente mujeres, que confiadamente abordan unidades sin esperar, muchas veces, que les depara un recorrido fatídico.
El desorden en este sector de transporte ha causado ya la muerte de conductores de taxis, que comúnmente les llaman VIP, pero algunos de ellos han afiliado sus vehículos a las plataformas digitales.