San Pedro Sula, Honduras
Un alud de videos de helicópteros, aviones y lanchas, difundidos en TikTok como “ejercicios” o “incursiones” entre El Salvador y Honduras, se han viralizado miles de veces.
Los clips incluyen frases superpuestas —“El Salvador envía sus tropas para saber qué quieren los hondureños”, “como que se equivocaron de país”— y presentan escenas sin contexto ni fuente.
No hay registro oficial que respalde esas imágenes, pero su circulación coincide con reportes de incidentes recientes en el Golfo de Fonseca y con un llamativo silencio de las cancillerías, creando el caldo perfecto para la confusión y la ansiedad pública.
Desinformación que amplifica riesgos
El formato corto y emocional de TikTok favorece que videos ambiguos se lean como hechos consumados. La repetición, los subtítulos alarmistas y la música épica producen una sensación de inminencia que aumenta la percepción de amenaza.
En escenarios fronterizos, esa percepción importa: pescadores cambian rutas, usuarios comparten rumores, y la presión por “responder” puede trasladarse a mandos operativos.
Cuando el contenido es apócrifo o fuera de contexto, el efecto es doblemente peligroso: instala narrativas de agravio y normaliza la idea de que los roces navales son ensayos para un choque mayor.
La experiencia regional muestra que la desinformación militarizada suele preceder picos de tensión. En el Golfo de Fonseca, donde confluyen patrullajes, lucha contra el narcotráfico y disputas por la bocana, un video viral puede pesar más que un parte oficial que llega tarde.
La ausencia de datos básicos —fecha, lugar, bandera identificable— es una alerta. También lo es la falta de créditos y la reutilización de imágenes viejas.
Verificar antes de compartir no es un eslogan: es una salvaguarda de seguridad.
Golfo compartido y silencio
El Golfo tiene un régimen de soberanía definido por la Corte Internacional de Justicia en 1992: Honduras, El Salvador y Nicaragua comparten la bahía y deben coordinarse.
Aún falta delimitar plenamente la línea de cierre hacia el Pacífico, y aunque Honduras zanjó límites con Nicaragua en 2021, la coordinación con El Salvador sigue pendiente.
En ese vacío, cada incidente naval adquiere lectura política. Según autoridades hondureñas, una patrullera salvadoreña obstruyó la ruta de una unidad de Honduras que navegaba junto a Nicaragua; del lado salvadoreño no hay pronunciamientos.
El resultado: más especulación y más terreno para el rumor.
Las plataformas no crean la disputa, pero sí la exacerban. Para desactivar el ciclo de ansiedad, se necesitan tres acciones inmediatas: comunicación transparente y simultánea de las marinas y cancillerías; publicación de bitácoras, posiciones y tiempos verificables cuando haya incidentes; y campañas de alfabetización mediática orientadas a comunidades costeras y usuarios jóvenes.
Además, periodistas y creadores deben etiquetar material reutilizado, describir su origen y evitar titulares que insinúen hostilidades no comprobadas.
En el Golfo de Fonseca, la prudencia no es pasividad: es gobernanza informada. La coordinación diplomática, anclada en la jurisprudencia existente, y la verificación rigurosa en redes pueden evitar que videos sin autor se conviertan en profecías autocumplidas.
La región conoce estos ciclos: frenarlos, exige datos, calma y liderazgo institucional sostenido y cooperación vecinal.