En nombre del cielo os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada...”- un grupo de personas canta ese villancico frente a la puerta de una casa mientras otras responden desde adentro- “Aquí no es mesón, sigan adelante, yo no puedo abrir, no sea algún tunante”...
Es el villancico que se escucha cada diciembre en las calles, barrios, comunidades y aldeas de Honduras y en San Pedro Sula no es la excepción.
Se trata de Las Posadas, una tradición católica profundamente arraigada que revive el peregrinar de José y María en busca de alojamiento antes del nacimiento de Jesús.
Más que una costumbre, las Posadas son un encuentro de fe, memoria e identidad que fortalece los lazos comunitarios y de convivencia. Las posadas se realizan al caer la noche o muchas veces por la tarde cuando las personas salen de sus trabajos.
Un grupo de peregrinos acompaña en procesión a José y María, representados por niños, quienes caminan de casa en casa pidiendo posada a través de cantos tradicionales. Desde adentro, los anfitriones responden con versos que simbolizan la negativa inicial, hasta que finalmente se abre la puerta y se ofrece alojamiento.
El momento culmina con oraciones, el rezo del rosario, villancicos y un compartir fraterno. En San Pedro Sula, este compartir suele incluir tamales, rosquillas, pan, café caliente, chocolate o refrescos tradicionales, todo dependerá del clima y las posibilidades de las familias que reciben la posada.
Lo importante es reflejar la hospitalidad hondureña y a través de ello enseñar el valor de la solidaridad y la convivencia, sobre todo a las nuevas generaciones, explica Rosa Morazán una sampedrana que participa año con año en la tradición.
En algunos hogares también ofrecen un refrigerio especial a los niños y hasta tienen piñatas, por lo que son tradiciones esperadas por los más pequeños.
Pero, más allá del compartir las posadas, dan la oportunidad de evangelizar de una manera diferente, dice el sacerdote, Luis Estévez.
“En esta Navidad abramos nuestras puertas al amor, al perdón y a la solidaridad. Que el mensaje del Niño Jesús inspire a las familias hondureñas a construir paz desde el hogar y a mantener viva una tradición que, año tras año, sigue iluminando los corazones”, dice.
Historia de fe y amor
Según la historia, las Posadas tienen su origen en el siglo XVI, cuando los misioneros españoles promovieron esta celebración en América Latina como una forma de transmitir el mensaje del Evangelio. Con el paso del tiempo, la tradición se adaptó a cada país, integrando elementos culturales propios.
En Honduras, y particularmente en San Pedro Sula, Las Posadas se celebran del 16 al 24 de diciembre, nueve noches que recuerdan los meses de gestación de María y la esperanza que crece con cada jornada.
En San Pedro Sula, esta tradición se vive en parroquias, colonias y familias desde hace generaciones. En décadas pasadas, era común que los vecinos se organizaran para recorrer las calles del barrio, llevando imágenes o figuras del Niño Jesús, cantando villancicos y rezando el rosario.
Y hoy, aunque el ritmo de la ciudad ha cambiado, Las Posadas siguen vivas, especialmente en comunidades parroquiales y zonas residenciales donde la fe y la convivencia siguen siendo pilares fundamentales.
Muchas de ellas son representaciones vivas de José y María que son quienes encabezan la procesión. Sin duda, las parroquias también juegan un papel importante en San Pedro Sula y en otras comunidades hay familias que por años han apoyado estas celebraciones.
Son organizadas por comunidades católicas que recorren distintos sectores cada noche, llevando un mensaje de paz, reconciliación y esperanza, sobre todo en una ciudad marcada por desafíos sociales, pero también por una profunda fe.
En tiempos donde la prisa, la tecnología y las dificultades económicas pueden alejarnos a unos de otros, Las Posadas nos invitan a detenernos y caminar juntos.
Nos recuerdan que la Navidad nace en la sencillez, en el compartir y en la esperanza renovada, mencionan en sus mensajes los líderes espirituales.
El párroco de la Guadalupe, Alex Ramos, dice que las posadas dentro de la iglesia católica se siguen manteniendo y se promueven como parte de la religiosidad y piedad popular, es decir, seguir viviendo los acontecimientos de la fe en los tiempos en que se van dando.
"La Navidad nos invita a saber acoger a Jesús en nuestros corazones y hogares. Siempre se hace la representación de la sagrada familia y los más animados son los niños" recuerda.
Y es que mientras haya fe, comunidad y esperanza, Las Posadas seguirán siendo el camino que nos conduce a la verdadera Navidad.