Diversos factores generan este fenómeno que ya se ha consolidado en nuestro país, tanto en las zonas urbanas como rurales, afectando a la población de manera directa e indiscriminada, provocando sentimientos de angustia, impotencia, inestabilidad emocional, indefensión, decisión de abandonar el país ante el acoso y amenazas, temor a represalias al denunciar actos violentos tanto por las víctimas como por testigos oculares, pesimismo respecto a las condiciones de vida presentes y futuras, desconfianza hacia las instituciones públicas encargadas de impartir justicia y protección a las personas y sus bienes, provocando la cultura de la ilegalidad: las leyes pueden ser violadas con impunidad, esto es ausencia de sanciones, concluyendo que la actividad criminal reditúa beneficios.
Las condiciones económicas representan factor de inestabilidad que puede dar paso a la delincuencia y violencia, como medio expedito para obtener riqueza o ampliar la ya existente, lo que incluye tanto a personas de bajos ingresos como a las de ingresos medios y altos.
Las condiciones sociales incluyen el deseo de movilidad ascendente, ejerciendo actividades ilegales vinculadas a la delincuencia común u organizada como forma de enriquecimiento. La falta de oportunidades laborales actúa como detonante para el involucramiento en actividades delictivas.
La desintegración familiar, la pobreza y precariedad, la exclusión social y marginalidad también forman parte de este dramático panorama.
Las condiciones institucionales al interior de la Policía, el Ministerio Público, el Poder Judicial, son infiltradas por el crimen organizado y el narcotráfico mediante sobornos a cambio de protección, encubrimiento o apoyo a los delincuentes. La politización partidaria de estas instituciones permite a los delincuentes de saco y corbata la protección de políticos a nivel nacional, regional, local, brindando garantías de que no serán sancionados.
La cultura de la violencia, que la exalta como vía expedita de resolución de conflictos, la permisividad y tráfico de armas, la ausencia de modelos positivos en las etapas formativas: niñez y adolescencia, la precariedad urbana, la carencia de espacios recreativos y culturales, la paternidad irresponsable, representan también elementos generadores de la criminalidad, que sega vidas diariamente.