Semana de educación financiera

Fraudes y colapsos ocurren cíclicamente en distintos países, recordemos el iniciado en 2008 en Estados Unidos, que se propagó al resto de naciones, desestabilizando las economías mundiales.

La Comisión Nacional de Bancos y Seguros (CNBS) está promoviendo tal evento, mismo que debe realizarse de manera permanente, con carácter prioritario, habida cuenta del incremento en el número de fraudes y estafas en distintas ciudades del país, que han culminado afectando a por lo menos 37,000 compatriotas que confiaron sus dineros a un esquema piramidal, tipo Ponzi, con promesas de pagos semanales del 5% de intereses sobre las cantidades entregadas a Koriun Inversiones, que no procede a devolver ni intereses ni capitales a las víctimas del engaño colectivo.

El ente estatal debe ser objeto de evaluaciones periódicas que tengan por propósito tornarlo más eficiente y dinámico, actuando con carácter preventivo y no como en este caso, en que se demoró en intervenir, a sabiendas de que Koriun operaba sin la debida autorización legal desde hace varios años. Esta traumática experiencia, que está afectando a personas de ingresos bajos y medios, pudo haber sido detenida con mucha antelación, actuando de manera rápida y decisiva, antes que las dimensiones del fraude revistieran sumas millonarias.

La educación financiera no debe ser un evento ocasional y esporádico, explicada en términos accesibles, impartida en centros de trabajo, instituciones educativas, gremios, contando para tal efecto con la colaboración del Banco Central de Honduras, sindicatos, cooperativas, banca comercial.

Fraudes y colapsos ocurren cíclicamente en distintos países, recordemos el iniciado en 2008 en Estados Unidos, que se propagó al resto de naciones, desestabilizando las economías mundiales. Se da tanto en instituciones financieras como en sociedades mercantiles, por causales diversas, incluyendo la decisión deliberada de llegar a la quiebra, en perjuicio, antes que de los propietarios, a quienes les han confiado sus ahorros, prestaciones, remesas, dividendos. Un componente psicológico facilita la manipulación por parte de los estafadores: el deseo y urgencia de las personas de acumular ganancias de manera rápida, sin mayores esfuerzos y sin análisis previos respecto a cuán real y legítimo es lo ofertado. La euforia inicial por los primeros altos rendimientos devengados tarde o temprano se transforma en ansiedad, desesperación, impotencia, ante la conclusión de haber sido estafado.

Y es que entre más altas ganancias se prometen, mayores fundamentos para cuestionarlas, a la luz de la lógica y el raciocinio y no del entusiasmo impulsivo y emocional. La frustración resultante es orientada hacia los agentes del orden y seguridad colectiva, destruyendo propiedad pública, obstaculizando el tráfico vehicular con obstáculos, como medio de presión para no perder sus dineros, cuando sus energías y movilizaciones deben concentrarse en exigir a los responsables del fraude la completa devolución más capital, pronta y total de las cantidades en mala hora entregadas y confiadas a delincuentes de cuello blanco.

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