Recuperando el Lago de Yojoa

Vierte sus aguas en el Ulúa, ya sea directa o indirectamente. Es indispensable evitar la deforestación de sus bosques circundantes y preservar la fauna y peces.

La labor de remoción de más de millón y medio de libras de lirio acuático del único lago natural de Honduras, por acción coordinada de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (Serna), por medio del Programa Presidencial de Acción Territorial, merece público reconocimiento. Con esta iniciativa se ha posibilitado la visibilidad, oxigenación y movilidad del Lago y quienes lo utilizan para sustento y transporte, además de desempeñar otra actividad económica: la planta hidroeléctrica Yojoa-Río Lindo, cuya central es Cañaveral. Su perímetro es de 50 kilómetros y abarca un área aproximada de 90 kilómetros cuadrados, en tanto la cuenca Yojoa- Río Lindo alcanza los 330 kilómetros cuadrados de superficie. Se nutre de las corrientes subterráneas procedentes de la montaña de Santa Bárbara y la de Meámbar. Cuenta con tres desagües: uno a cielo abierto por el sur: el río Jaitique, y dos subterráneos, el Zacapa, en las inmediaciones de San Pedro Zacapa, en el sur, y el Lindo al norte, cuyas fuentes proceden de la montaña de Peña Blanca.

Vierte sus aguas en el Ulúa, ya sea directa o indirectamente. Es indispensable evitar la deforestación de sus bosques circundantes y preservar la fauna y peces, impidiendo que continúe sirviendo como basurero de residuos domésticos y minerales procedentes de la mina de El Mochito.

Tal especie vegetal invasora que succiona grandes cantidades de agua, poniendo en peligro la biodiversidad de esta masa hídrica que rellena las depresiones del terreno circundante, crece velozmente, por lo que es necesario eliminarla periódicamente, caso contrario, afecta a los peces y otras especies que se encuentran en esta joya turística que sirve de sustento para los pescadores artesanales que viven en su alrededor, en los departamentos de Cortés, Santa Bárbara y Comayagua.

También las lagunas de Ticamaya, Caratasca, Brus, Ebano, Criba están expuestas a ser invadidas por el lirio acuático, al igual que las represas hidroeléctricas. En la capital, la ubicada en Los Laureles sufre tal daño, lo que requiere la pronta intervención de su alcaldía. La toma de conciencia ambientalista crece progresivamente, merced a charlas, capacitaciones, jornadas comunitarias, involucrando gradualmente a niños, adolescentes, adultos.

A todos nos compete preservar una Honduras verde, fuente de oxigenación, alimentación, recreación para su población, que aún requiere de mayor participación masiva en la defensa y preservación del medio ambiente, cada vez más amenazado por la acción humana depredadora y su consecuencia directa: el cambio climático, causante tanto de sequías como de inundaciones cada vez más severas.

Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias