Incluye todo un proceso con tres etapas: la electoral, como mecanismo de acceso al poder; su gestión y administración, lo que requiere sea manejado por personal técnico y jurídico; con criterios uniformes, sin nexos con los partidos políticos en contienda, capaz de comunicarse y transmitir instrucciones inequívocas al recurso humano bajo su dirección. La contaminación y manipulación influirán negativamente en los resultados finales.
El cómo se ejerce el poder con posterioridad a las elecciones: de manera transparente, exento de secretividad, con periódicos rendimientos de cuentas, delegando responsabilidades y respetando el equilibrio de los poderes Legislativo y Judicial por parte del Ejecutivo, sin indebidas interferencias en sus respectivas funciones.
La participación plena de la ciudadanía en las políticas públicas que afectan su presente y futuro, lo que asegura la necesaria retroalimentación entre el gobernante y los gobernados en la conducción de los destinos nacionales.
Tal como nos recuerda el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su Informe sobre Desarrollo Humano, Honduras 2002: “Si no se respetan los contratos ni los derechos de propiedad, si los tribunales y juzgados no enfrentan la corrupción y la impunidad, si
los órganos contralores incumplen sus atribuciones, si las fuerzas policiales no protegen realmente la integridad de las personas, entonces la idea de ciudadanía, que es consustancial a la democracia, se diluye y tiende a dar paso a una sociedad de privilegios, al margen de la legalidad, surgiendo la ‘justicia por propia cuenta’ como la vía legitimada para saldar los conflictos...” .
Simultáneamente, en tanto no se logren mejorar los bajos niveles de desarrollo social y económico, inseguridad y violencia, la democracia estará permanentemente amenazada y limitada en su consolidación y perfeccionamiento. De ahí que la veeduría y participación colectiva en los asuntos públicos que inciden directa o indirectamente en sus existencias y la de la nación determinan si quienes ejercen el poder gracias al voto libremente expresado por la mayoría de electores actúan y se desempeñan responsable y democráticamente o, en sentido contrario, sabiendo que tienen carta blanca para gobernar en provecho propio antes que en beneficio de la generalidad, se encaminan gradual pero inexorablemente hacia el autoritarismo, antesala de la dictadura. Dos alternativas, dos posibilidades: la democracia integral, plural, incluyente o, su opuesto, una democracia de fachada, vacía de contenido real.
He ahí el dilema y la responsabilidad de la ciudadanía.