El actual Gobierno hondureño supera a los anteriores en cuanto a los montos de préstamos adquiridos tanta con la banca local e internacional, así como con los organismos internacionales de crédito, con ello hipotecando el futuro de la nación y el de las siguientes generaciones de compatriotas que recibirán un legado y una carga que alcanzará el punto de saturación; es decir, impagable, con un costo humano que incidirá en la calidad de vida de nuestros hijos, nietos y bisnietos, empobreciendo aún más a nuestros descendientes. Los legisladores afiliados a partidos opositores así lo han comprendido y han acordado bloquear tres nuevos endeudamientos públicos que superan los $1,000 millones, suma cuantiosa para un país pobre y altamente endeudado como es el nuestro, con el agravante de que los dineros recibidos, muchos de ellos otorgados en términos onerosos, como son los llamados “bonos soberanos”, no siempre son orientados a fomentar la producción y productividad, construir infraestructura, invertir en desarrollo humano sostenible, por ser desviados para fines distintos a los aprobados, incluyendo aumentos salariales para funcionarios estatales de alto nivel que ocupan puestos claves en la administración, organizar eventos políticos con asistencia de “compañeros de viaje” que hacen eco y aplauden las declaraciones gubernamentales en política exterior, amén del desvío de cantidades significativas para ser ingresadas en cuentas bancarias privadas. Ya el 2014, el Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras, había advertido: “Fosdeh no exagera al asegurar que de no controlar ahora mismo la ruta alocada de endeudamiento que tiene actualmente el país, podríamos encontrarnos en poco tiempo en una situación de “impago de la deuda” que generaría mayores complicaciones económicas y por lo tanto las condiciones sociales de la población empeorarían”.
El economista independiente Martín Barahona recién escribió: “Estando en espera todavía de datos oficiales a junio de 2025, las señales contables indican que en el mejor de los casos, el saldo seguirá estando por arriba de US$17,000 millones, aun habiendo pagado cifras récord en amortizaciones de capital. El saldo de la deuda no ha parado de crecer desde 2022, muy a pesar del aumento significativo en los pagos de capital principal y en todo el servicio de la deuda”. Irresponsabilidad manifiesta, pésimo manejo de préstamos, ausencia de visión de corto, mediano y largo plazo del rumbo y orientación de Honduras, insensibilidad y falta de compromiso con las generaciones futuras, constituyen algunos de los calificativos que merece el actual Gobierno hondureño, que será evaluado por la ciudadanía el 30 de noviembre de acuerdo con las promesas incumplidas y a su desempeño de 2021 a 2025.