Los actuales retrocesos y zigzags debilitan y nulifican la aspiración ciudadana por contar con un sistema que garantice su voluntad expresada en las urnas. Las crisis periódicas que afectan al sistema político hondureño deben constituir aprendizajes para evitar recaer en ellas, remontarlas y superarlas, alcanzando niveles de consolidación en educación cívica en la democracia, plena, participativa, incluyente, transitando por un proceso que debe ser sostenido y con carácter permanente.
Las fallas, obstáculos, trampas han logrado el cuestionamiento colectivo respecto a su legitimidad y transparencia, lo que explica el abstencionismo y el voto en blanco de un sector significativo de los electores.
Persisten vicios del reciente pasado que no logran eliminarse debido a la politización partidaria de las instituciones, resultando en una visión clientelar del Estado, que responde a los intereses de las cúpulas y no al interés público.
El nombramiento del personal ejecutivo prioriza su militancia partidaria y la lealtad al caudillo de turno, no a méritos y capacidades profesionales.
Para verdaderamente contar con un sistema electoral confiable, exento de manipulaciones, es necesario poner en práctica medidas tales como la regulación del financiamiento de los partidos políticos y de las campañas para la escogencia de cargos de elección popular.
La despartidización del Consejo Nacional Electoral, a efecto que verdaderamente sea un ente técnico, profesional, imparcial y objetivo. Las candidaturas independientes no deben ser bloqueadas, si se pretende la mayor representatividad y diversidad de opciones ciudadanas. La democratización interna de los partidos políticos, actualmente privatizados por cúpulas aliadas con poderes fácticos de carácter económico. La duración de las campañas electorales debe acortarse, ya que actualmente interfiere con la dedicación al trabajo productivo. El acceso equitativo de todos los partidos y corrientes políticas a los medios de comunicación, durante las campañas electorales, la total transparencia y rendición de cuentas del proceso electoral. La implementación e incorporación en la legislación de los distritos electorales, la segunda vuelta y el voto electrónico. Tales reformas requieren de la presión de la sociedad civil, habida cuenta de la renuencia de las argollas partidarias al escrutinio ciudadano. No olvidemos que depositar nuestro voto en las urnas apenas es el principio, nunca el final de un proceso verdadera y genuinamente democrático.
Una vez alcanzado el objetivo de acceder al poder, los Gobiernos electos olvidan y archivan el conjunto de promesas presentadas al electorado, lo que obliga a exigir el cumplimiento de las mismas por parte de la población.