Estando cada vez más próximos a depositar nuestro voto a favor de determinado candidato o candidata, resulta totalmente necesario cumplir con el deber ciudadano de manera inteligente, sopesando los pros y contras de cada contendiente, en los tres niveles: presidencial, legislativo y municipal.
Por ello es oportuno y puntual formularle, a cada candidato, algunas interrogantes, las que deben ser respondidas con la verdad, autenticidad, de manera coherente y consistente, exentas de fingimientos, despojados de máscara y antifaz. La credibilidad de las respuestas influirá en nosotros al momento de concurrir a las urnas.
¿Cómo piensa implementar cambios transformadores en el sistema social, económico, político dentro del marco de la democracia?, ¿ha identificado cuáles son las problemáticas fundamentales que nos agobian?, ¿posee un plan de gobierno y una agenda que no ha divulgado y hecho públicos?
Y continuamos: ¿cómo piensa superar la crisis estructural, sistémica actual?, ¿de qué recursos humanos y materiales dispone?, ¿cómo está financiando su campaña electoral?, ¿quién o quiénes están aportando fondos?, ¿ha declarado su procedencia?, ¿qué alianzas ha forjado con los poderes fácticos?
También, ¿cómo intenta superar el creciente divisionismo, sectarismo y dogmatismo prevalecientes entre nuestros compatriotas?, ¿cómo reaccionará si el resultado electoral le es adverso, si se confirma que las elecciones fueron libres y transparentes, exentas de fraude? y si el mismo ha sido manipulado e impuesto, ¿qué hará? Recurrirá a organismos internacionales si ello ocurre?, ¿se postularía nuevamente a una segunda o tercera candidatura?, ¿está dispuesto a negociar con él o la candidata triunfante?, ¿hará oposición constructiva?
Si se responde a estas preguntas con total sinceridad y credibilidad, la ciudadanía las tomará en cuenta, siempre y cuando logren ser convincentes. Caso contrario, quedarán evidenciadas las evasivas o, peor aún, la falsedad de las respuestas.
El electorado ha alcanzado suficiente madurez política e intelectual, quedaron atrás los tiempos en que era fácilmente conducido a votar de manera irreflexiva y automática, aun si al depositar su sufragio estaba afectando el presente y futuro personal y nacional.
Es de esperar y desear que también los candidatos, de igual manera, hayan alcanzado la requerida e indispensable toma de conciencia para aspirar a merecer nuestra confianza y respaldo.