Honduras, este 30 de noviembre pasado, se ha enfrentado a unas elecciones que son las más atípicas de su historia, muy a pesar de que realmente la gran mayoría de los procesos electorales a lo largo de su vida independiente han estado signados por el fraude y la imposición.
El asunto comenzó con alguna anticipación. La Constitución prohíbe a las iglesias su participación en política, pero las iglesias católica y protestante se enfrascaron en una campaña política desde sus púlpitos para encausar a la población a que votara por una determinada opción electoral, con la alegación de que el Gobierno se encaminaba a la instalación de un régimen totalitario ligado al comunismo que quita propiedades, despoja de sus casas a los ciudadanos y se roba a los niños. No olvidar que estas mismas dirigencias religiosas fueron los bastiones de sustento a la dictadura que encabezó JOH, a pesar de que era del conocimiento la vinculación del presidente, involucrado en múltiples y multimillonarios atracos al fisco, al tráfico de drogas, acusación por la cual fue condenado a 45 años de prisión por un jurado y un juez en Nueva York, que no vaciló en calificar al Partido Nacional como una organización criminal.
Después vino la creación de un ambiente de terror al cual vinculaban al partido de gobierno con acusaciones de que preparaba un fraude electoral y de que desataría la violencia para evitar la celebración de las elecciones. Nada de eso sucedió, al menos con responsabilidad para Libre.
El proceso realmente transcurrió en paz, sin alteraciones que hicieran pensar que el Gobierno desataba un clima de violencia y temor. Sin embargo, dos días antes de las elecciones, el presidente norteamericano Donald Trump amenazó a la ciudadanía hondureña de que, si no votaban por Asfura, el candidato del Partido Nacional, porque para Trump es el único con el cual puede trabajar mediante una cooperación económica y en otros rubros para Honduras, cesaría toda colaboración con Honduras. Al mismo tiempo descalificó a los otros candidatos: a Rixi Moncada la acusó de comunista y de Nasralla dijo: ‘es un inestable cooperador de los comunistas’. Al mismo tiempo llamó a votar por el Partido Nacional, organización que recién había salido del gobierno y sus líderes están en la cárcel y otros en juicio por narcotráfico o por atraco a las arcas nacionales. Trump advirtió que de no ganar Asfura, Honduras se vería enfrentada a múltiples dificultades.
Este llamado de Trump constituye un acto de injerencia inaceptable en los asuntos internos de Honduras, país soberano e independiente, y además una intromisión abusiva y amenazante contra la voluntad de los hondureños para decidir libremente.
Los primeros resultados del escrutinio dieron una aplastante derrota para Libre. Este resultado lo anticipó Marlon Ochoa, representante de Libre ante el Consejo Electoral, cuya denuncia aportó como pruebas varios audios de llamadas telefónicas con el plan tramado entre Cossete López, representante del Partido Nacional ante el Consejo Electoral, y Tomás Zambrano, dirigente del Partido Nacional.
Quedaban por tanto dos aspirantes: Nasralla y Asfura. Inicialmente, Nasralla encabezaba los conteos, pero vinieron las consabidas caídas del sistema con prolongados períodos de mudez en el conteo de votos. En ese interín, Trump volvió a hablar para denunciar de que se planificaba un fraude electoral y que de llevarse a cabo se desataría un infierno en Honduras. Aunque no lo dijo, era claro que se refería al caso de perder Asfura, él iba a poner orden en Honduras. Al reanudarse el proceso, Asfura encabezaba el escrutinio. Y así sucedieron varios informes.
Tras varios días de incertidumbre, porque el Consejo Electoral avanza a paso de tortuga, generando impaciencia y falta de credibilidad, Nasralla, que podría ser el principal afectado, ha declarado que no acepta los resultados que lo colocan a la cola de Asfura y promete luchar para hacer valedera la verdad.
Trump, además, en su primera intervención prometió como premio al gane de Asfura la liberación de JOH, asunto que le ha creado una cantidad enorme de sinsabores en la política interna que lo colocan como inconsistente en su pregonada lucha contra el narcotráfico. El recuento no avanza. Libre solicita nulidad de las elecciones y Nasralla se resiste a ceder ante los resultados que se transmiten con cuentagotas. Yo supongo que el resultado lo anunciarán hasta que Nasralla acepte ser el perdedor. De ser así, Asfura, mejor dicho Trump, ganará, con votos o sin ellos.