Convivimos en un mundo polarizado y expuesto a la desinformación, local y globalmente, tanto así que es indispensable desarrollar una visión crítica y amplia para comprender la situación en la que nos encontramos y anticiparnos a lo que podría venir.
En Honduras vivimos la polarización cada vez más marcada, por la cercanía del proceso electoral y por el peso que tiene lo que acontece en el escenario internacional.
Es imposible soslayar la importancia que tiene -y que sin duda tendrá- todo lo que acontece en Venezuela, en una crisis que parece encontrarse en su punto álgido.
Para nadie es desconocida la cercanía de la actual administración presidencial en Honduras con el régimen venezolano. Esa amistad, de las pocas que aún le quedan al chavismo en la región, podría representar un riesgo para el país.
La incertidumbre por este contexto internacional crece en la población, que observa con cautela lo que sucede en el sur, al mismo tiempo que debe lidiar con la creciente tensión interna.
En ese contexto, la marcha convocada por el partido Libre para este sábado 30 de agosto, en San Pedro Sula, parece más una respuesta a la apoteósica Caminata por la Vida, la Familia y la Democracia, celebrada recientemente en diversas ciudades del país, que una acción espontánea de campaña.
Es paradójico que muchos simpatizantes del partido de gobierno, reconocido por enarbolar la bandera de la participación ciudadana y el respeto a la libertad de pensamiento, sean tan críticos sobre la caminata reciente que no fue más que una muestra de civismo y fe.
Todos anhelamos un país en marcha, no como metáfora, sino en la vida real, porque todos tenemos un futuro compartido, aunque desde diferentes roles.
Las ideas distintas no deben ser catalogadas como barreras impenetrables, sino como una oportunidad de construir el diálogo enriquecedor; sin embargo, es más fácil escribirlo que convertirlo en realidad, especialmente con tantos interlocutores en competencia feroz por el voto popular.
La lucha por el voto de las mayorías se convierte en excesos de uno y otro lado, con mensajes de desprestigio y odio. Estamos muy lejos de una campaña de altura, de ideas y propuestas.
Por el contrario, la lucha por la popularidad está llevándonos a una situación peligrosa, con emociones a flor de piel, con violencia verbal que fácilmente puede convertirse en violencia física. Es muy importante que los líderes de todos los partidos comprendan su papel protagónico en la conservación del respeto y la tolerancia como parte fundamental de la paz.
Queremos un país en marcha, que no sume más incertidumbre a la que ya existe. Para todos y todas los políticos: cuiden sus mensajes y su actuación, son muchos los que los siguen, actúen con responsabilidad. Queremos vivir en paz.