Trujillo y el desinterés oficial

La carretera que va desde La Ceiba vía Sabá y Tocoa, y que une con Trujillo, es un desastre. Por razones inexplicables no ha recibido la atención de las autoridades.

El alcalde municipal de Trujillo, en octubre del año pasado, nos habló sobre la celebración de los 500 años de fundación de su ciudad. Sin embargo, no recibí invitación y no pude hacer ninguna contribución en la celebración que, según me han informado, se redujo a la presencia de algunas autoridades centrales y la reedición de un libro de Elizabeth Payne que contiene una valiosa e interesante investigación histórica. Nada singular, por algo que creímos que sería usado para llamar la atención sobre Trujillo, su pasado, su presente y su futuro extraordinario.

La carretera que va desde La Ceiba vía Sabá y Tocoa, y que une con Trujillo, es un desastre. Por razones inexplicables no ha recibido la atención de las autoridades. En dos oportunidades nos hemos referido a la desatención de las carreteras, incluso de la reparación de las aproximaciones a los puentes. Y nadie ha levantado la cabeza siquiera, en un estilo de gobernar en la que los funcionarios son distantes y las peticiones de sus ciudadanos carecen de consideración alguna. Incluso, ese distanciamiento de la realidad ha llegado a comprometer la seguridad de las inversiones, en vista de que varias cooperativas y empresas mercantiles dedicadas al cultivo y explotación de la palma africana han sido objeto de invasiones de personas que sin derecho reclaman lo que no es suyo.

Esta semana, los vecinos por donde pasan las carreteras se han tomado las vías protestando por la desatención de las autoridades. Colegas de Olanchito nos informan que en estas tomas de carreteras han participado funcionarios y líderes del partido de gobierno, que no entienden cuál es la razón para que no se repare el aeropuerto de Trujillo, se reconstruya la carretera hacia La Ceiba, se reparen los puntos afectados por las tormentas Eta y Iota (2020), y se tape un agujero en el puente de acceso a Olanchito, y que une a esta ciudad con Sabá y Tocoa.

“El Comejamo” dice que “la carretera del Medio Aguán fue tomada durante horas por pobladores hartos de promesas recicladas y las excusas de siempre. Apagones eternos, escuelas cayéndose a pedazos, centros de salud que más bien parecen bodegas vacías y un largo etcétera de olvidos oficiales. Pero esta vez hubo una escena digna de guion: los pobladores tomaron la calle y los diputados los aplaudieron. Felipe Ponce, diputado de Libre por Yoro, a falta de proyectos, decidió proyectarse como uno más del pueblo, asegurando que él también ha ido “con una comisión” a buscar ayuda y los han mandado a seguir participando. Aquí esperamos a una comisión del Gobierno; ni a ellos les paran bola, soltó sin titubear uno de los manifestantes mientras sostenía una pancarta y una botella de agua bajo el sol”.

Los reclamos deslucieron la celebración de los 500 años, que debieron tener carácter nacional y con atención general. Xiomara Castro no estuvo presente. Tampoco el cuerpo diplomático, los representantes de los órganos de financiamiento internacional, el Cohep y la prensa independiente.

Trujillo es una ciudad de frontera. Allí la atención gubernamental se expresa, desaparece, y al final deja sola a la ciudad, que ha tenido fulgores y apagones. Lástima que no se haya aprovechado la ocasión para que tomáramos conciencia de la importancia de Trujillo, que, teniendo problemas manejables, no recibe la atención que corresponde del poder central.

Se merece mejor suerte. Y sus elites políticas, económicas e intelectuales deben atraer la atención del público para que su ciudad vuelva a ser lo que por momentos ha sido: la joya del Caribe. Para ello hay que recordar los mejores momentos de su pasado y mostrar sus posibilidades futuras extraordinarias. ¡Salud!

las columnas de LP

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