Por todo lo alto

Todo comenzó porque el imperio británico, el portugués y el español “engendraron” hombres muy audaces, aventureros, curiosos, con muchas ambiciones y deseos de “comerse el mundo”.

  • 21 de septiembre de 2025 a las 23:04 -

Recientemente hemos festejado nuestra independencia y lo hemos hecho como siempre, por todo lo alto. Verdaderamente los ya tan acostumbrados desfiles patrios tienen esa habilidad de remover en nosotros ese amor por la tierra que nos ha visto nacer. Pero tal vez, precisamente por eso, porque es tan normal el tema, olvidamos un poco lo extraordinario de todo lo sucedido hace ya algún tiempo.

Para comenzar, podríamos pensar un poco en cómo se dieron las cosas para que nuestro territorio, el de nuestros ancestros, fuera descubierto y despojado, siendo que toda la otra parte del mundo ignoraba por completo su existencia. Es muy raro imaginar los mapas de aquellas épocas en donde el espacio que ocupaba lo que hoy conocemos como América estaba en blanco.

Todo comenzó porque el imperio británico, el portugués y el español “engendraron” hombres muy audaces, aventureros, curiosos, con muchas ambiciones y deseos de “comerse el mundo”. A diferencia de los asiáticos, por ejemplo, que se contentaban con atender sus propios dominios y que no mostraron mucho interés por lo que hubiera más allá de ellos, los Gobiernos europeos se dedicaban a patrocinar las expediciones que sus hombres más intrépidos no dudaban en poner en marcha. Tal era el caso de esos osados exploradores de los cuales nos ha tocado aprender en la escuela. Se trataba de gente que se había entrenado muy bien en el oficio de marino, entonces conocían todo lo que se necesitaba conocer para hacerse a la mar por espacios larguísimos de tiempo, acompañados de una tripulación a la cual también tenían que saber manejar. Las expediciones que tenían como objetivo la investigación partían con gente muy preparada en diversas áreas. Astrónomos, naturalistas, geógrafos, artistas, entre otros, volvían con importantes datos geográficos, meteorológicos, zoológicos, astronómicos, botánicos y antropológicos. Información que avivaba la curiosidad e imaginación de muchos.

Pero también estaban los que “trabajaban” por cuenta propia, y aquí es donde entra don Hernán Cortés, el que con tan solo quinientos hombres doblegó al Imperio azteca, que contaba con millones, y su homólogo Francisco Pizarro, que hizo lo propio unos años después con el Imperio inca. Desde luego que, si los nativos de un lado hubieran tenido conocimiento de lo que estaba sucediendo con los del otro lado, tal vez hubiesen podido defenderse mejor. Pero la verdad es que ni siquiera sabían de la existencia los unos de los otros. Y esa era una de las tantas ventajas que tenían los conquistadores con respecto a ellos: conocimiento, y experiencia en el ramo. Utilizando eso, además de sus caballos, armas y toda la crueldad de la que eran capaces, Cortés y sus secuaces alcanzaron también el centro de esa región, y el resto es historia.

A Honduras le llevó poco más de trescientos años de sometimiento, injusticias, luchas aguerridas y sangre vertida recuperar su libertad. Y eso es algo que sin duda merece celebrarse precisamente... por todo lo alto.

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