Ni san Simón salva a presos de Bukele

Son al menos unos 87,000 los confinados en una megacárcel, aunque Bukele prefiere hablar de la gran cantidad de salvadoreños que “liberó de las garras de los criminales.

  • Actualizado: 27 de octubre de 2025 a las 23:00 -

Es casi imposible que el templo dedicado a san Simón, “el santo rebelde y alcohólico”, pase desapercibido por quienes pasean por el barrio San Miguelito de San Salvador, pues su estructura gótica resplandece majestuosa como si estuviera enchapada de oro. No obstante, hay salvadoreños que desconocen la existencia de la misteriosa estructura de unos 200 metros de altura.

Centenares de salvadoreños y visitantes de países vecinos buscan consuelo, favores y milagros en la enigmática figura del popular santo de espeso bigote que espera a sus fieles vestido de saco, corbata y sombrero, sentado en una silla, indiferente a la censura de la Iglesia, que no lo reconoce como venerable. Por ser amante del tabaco y el alcohol no faltan entre las ofrendas al pie del altar botellas de ron, como también cigarrillos, puros y otras donaciones, cuyas cantidades aumentan precisamente hoy ocho de octubre, cuando se celebra su día. La ocasión se festeja con baile, música, cohetes y una noche entera de vigilia con olor a aguardiente y tabaco en torno a la imagen del apóstol que, en El Salvador, se le representa con un bastón en la mano, símbolo del poder necesario “para velar por las almas dolientes”.

San Simón es altamente venerado por ser muy cumplidor cuando las peticiones se le hacen con fe, aseguran sus devotos. Muchos de estos acuden a él en busca de solución a incurables males, prosperidad en los negocios, empleo, suerte en el amor o para “quitarse algún maleficio” que les han hecho “personas envidiosas”. Una vendedora de golosinas que tiene su puesto cerca del templo dorado nos contó que gran parte de los fieles son familiares de los pandilleros presos por el presidente Nayib Bukele, quienes llegan, con ramilletes de dólares, a rogarle al santo por la liberación de los encarcelados.

Son al menos unos 87,000 los confinados en una megacárcel, aunque Bukele prefiere hablar de la gran cantidad de salvadoreños que “liberó de las garras de los criminales” en lugar de referirse al número de recluidos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot). “No los vamos a liberar ya, ni nunca”, ha sentenciado el mandatario salvadoreño. Sin embargo, hoy mismo, los devotos están abarrotando el templo dorado confiando en que su santo patrón les hará el milagro porque para ellos la espiritualidad esotérica es más poderosa que las fuerzas terrenales de un gobierno. Dicen que lo único que se necesita es fe y paciencia. Frente a esta temática, mi razonamiento es que debemos respetar las diferentes creencias populares, por muy enigmáticas que sean, aunque no las compartamos.

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