La noche más esperada

Han pasado alrededor de dos mil veinticinco años y aquellos acontecimientos continúan resonando en la memoria colectiva de buena parte de los habitantes del planeta

  • Actualizado: 24 de diciembre de 2025 a las 00:00 -

De todas las noches del año, sin duda la más esperada es la de hoy. Una pregunta recurrente entre los miembros de la familia y los grupos de amigos es dónde y con quién se pasará. Y no solo porque también es la noche del año en la que tal vez mejor se come, sino porque solemos estar rodeados de las personas que más queremos y nos damos los abrazos más sinceros que habitualmente damos.

Durante muchos siglos, el pueblo hebreo también esperó esta noche. Fueron muchos siglos de preparación para llegar a aquel primer 24 de diciembre de la era cristiana, nuestra era, en la que la Sagrada Escritura nos narra algunos hechos extraordinarios cuyos protagonistas son una mujer joven que da a luz, María; un niño, Jesús, bajo los cuidados de un hombre también joven, José; y a quienes se suman un grupo de seres angélicos, unos pastores y unos reyes venidos de lejos.

Han pasado alrededor de dos mil veinticinco años y aquellos acontecimientos continúan resonando en la memoria colectiva de buena parte de los habitantes del planeta, y siguen siendo el motivo de las celebraciones religiosas más importantes de muchos países y territorios del mundo entero.

Es interesante considerar cómo, además de todos los elementos extraordinarios que nos narran los evangelios, todo lo que sucedió aquella noche se dio dentro de un contexto y en unas circunstancias nada espectaculares ni particularmente especiales: José y María llegaron a Belén pasado el mediodía; la población se encontraba atestada de hombres y mujeres cuya ascendencia procedía de aquella aldea y, por lo mismo, los sitios en los que podrían haberse alojado estaban ya ocupados por otras personas. De ahí que tuvieran que buscar en los alrededores un lugar más o menos seguro, sobre todo porque el momento del parto de María se presentó entonces.

La única opción que vieron fue una cueva en la que se guardaba ganado y en la que —lo dice el evangelista Lucas— había un pesebre en el que se depositaba alimento para los animales, y en el que fue colocado el Niño Jesús, envuelto en pañales.

La escena se ha representado miles de veces en los nacimientos que se colocan en los hogares cristianos y nos recuerda la razón de ser de estas fiestas, el porqué de esta noche.

Así que, además de celebrar como ese Niño, que es Dios y hombre, se merece, dirijamos la mirada hacia el nacimiento y reflexionemos sobre el mensaje que quiere darnos, para que procuremos ser mejores personas esta noche y siempre.

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