Hace unos días tuve la oportunidad de visitar una de las empresas más grandes de tecnología, informática e innovación que opera en Honduras desde hace varias décadas. La experiencia me permitió reafirmar las ideas que desde hace meses vengo trabajando: hace 10 meses finalicé una especialidad en inteligencia artificial aplicada a los negocios, con enfoque en banca, y desde hace 6 meses estudio y desarrollo propuestas de cómo implementar un verdadero Gobierno Digital e Inteligencia Artificial en la administración pública.
El punto de partida es la data: sin información limpia y confiable, ningún sistema funcionará. Luego está la gobernanza, donde se establecen reglas claras, interoperabilidad y mecanismos de incentivo como la facturación electrónica o la deducción automática de impuestos.
El tercer paso es la formación y capacitación de funcionarios y ciudadanía, pues la tecnología no sirve si la gente no sabe usarla o desconfía de ella. A partir de allí surge la experiencia, con equipos especializados y laboratorios de innovación que permitan probar y evaluar resultados.
Nada de esto tendría sentido sin una capa robusta de ciberseguridad confiable que brinde confianza, y finalmente, sin asegurar disponibilidad y trazabilidad para que el ciudadano pueda seguir un trámite de inicio a fin, sin tropiezos.
Implementar estas fases no es únicamente un tema técnico; también significa cambiar la cultura de servicio público. Un Gobierno Digital debe ser cercano, ágil y transparente, capaz de resolver las necesidades de las personas con la misma rapidez con que hoy se hacen transacciones bancarias en línea.
Esta transformación implica confianza, pero también eficiencia: menos filas, menos papeleo y más tiempo para que los ciudadanos se dediquen a lo verdaderamente productivo.
Los tomadores de decisión no pueden seguir viendo la digitalización como un discurso futurista, cuando en realidad es una urgencia presente. Implementar estas fases en un horizonte de seis meses es posible si se prioriza lo esencial y se coordina con visión compartida.
Honduras necesita dar este salto. No se trata de un lujo ni de un capricho tecnológico: es un reto cultural y político que debemos asumir con responsabilidad, visión de largo plazo y compromiso colectivo para acercar el gobierno a la gente, generar confianza y construir un país más eficiente, transparente y competitivo.