Esta patria...

En este paisito hay tantas fuerzas que carecen de verdadera vocación democrática y que solo ven en el Estado un botín a repartir que hacen todo lo posible por frustrar la voluntad popular.

  • 11 de marzo de 2025 a las 23:00 -

El domingo pasado, mi esposa, dos de mis hijos y yo decidimos ir temprano a votar. Como en tantos lugares, en esta ocasión, los centros de votación permanecían cerrados y debimos esperar, pacientemente y bajo un sol especialmente abrasador, hasta que comenzó el proceso y pudimos ejercer nuestro sagrado deber ciudadano.

Mientras sudaba, en las afueras de la sede del Colegio de Abogados de Tegucigalpa, pensaba que ser hondureño no es fácil. En el mundo civilizado se puede votar por correo o de manera electrónica, incluso en países como Uruguay, si su condición le impide salir a votar, llegan a su casa para que pueda ejercer su derecho. En este paisito hay tantas fuerzas que carecen de verdadera vocación democrática y que solo ven en el Estado un botín a repartir que hacen todo lo posible por frustrar la voluntad popular.

Aún así, la cantidad de personas que se acercaban a las urnas era notable. Vi mucha gente mayor, muy mayor, con serias dificultades para movilizarse, pero que querían manifestar su predilección política. Por supuesto, vi a muchísima gente joven, muchachos que se acercaban por primera vez a ejercer el sufragio. Mi hijo menor, 20 años, se ofreció a estar en una mesa en uno de los movimientos del Partido Liberal y debió esperar hasta las dos de la tarde, hora en la que llegó la maleta electoral al centro de votación de la escuela Vida Abundante de Tegucigalpa; salió de la casa a las 5:30 am y se mantuvo firme. No deja de ser frustrante para un joven de esa edad recibir una lección de democracia de semejante naturaleza. Seguro no olvidará esta jornada, que le ha permitido cultivar la virtud de la fortaleza a tope.

Ahora nos tocará escuchar los señalamientos. Los culpables de estas demoras, y de sus consecuencias, tienen nombre. Les toca al CNE y al Ministerio Público deducir las responsabilidades a aquellos que, por negligencia o por maldad, han empañado un proceso que no solo ha costado millones, sino ha sembrado dudas y ha roto ilusiones.

Lo bueno de todo es que, la gran mayoría, aunque debió esperar más de tres horas bajo el sol, como en mi caso, o ir hasta tres veces al centro de votación, no cedió a la tentación de dejar que otros decidan por ella.

Como en tantas otras cosas, este pasado domingo se puso de manifiesto, de nuevo, esa anemia ética que corroe a tantas personas en este país, y que no tienen la menor idea de lo que es la moral ni la vergüenza.

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