La más reciente encuesta realizada por el Cohep reveló que una de las preocupaciones de los empresarios nacionales es la relación de Honduras con China. Este resultado no deja de ser revelador porque, en primer lugar, pudiera tratarse de presiones que reciben los empresarios desde el norte para que Honduras vuelva al redil y restablezca relaciones con Taiwán. Taiwán, como se sabe, es considerada por la ONU como una provincia de la República Popular China (RPC), cuyo gobierno es reconocido como el único y legítimo para representar al pueblo chino desde que la Asamblea General de la ONU aprobó, por abrumadora mayoría, la Resolución 2758 en 1971, que decidió “restaurar todos sus derechos a la República Popular China y reconocer a los representantes de su Gobierno como los únicos representantes legítimos de China ante las Naciones Unidas” y reemplazar inmediatamente a los “representantes” de las autoridades de Taiwán de los puestos que habían ocupado en los diferentes organismos dela ONU. A partir de la visita del presidente Nixon a China, casi todos los países del mundo reconocen a la República Popular China como la legítima China, han establecido relaciones con el gigante asiático y se adhieren al principio de una sola China, postulado en el cual Taiwán es considerada como una dependencia de la República Popular China.
Los Estados Unidos no tienen relaciones con Taiwán, pero hace una política de doble cara porque, aunque no tiene embajada en Taipéi, arma a la isla para que se oponga a la reunificación y además, dado que la República Popular China tiene una floreciente industria y un comercio enorme con los demás países, los Estados Unidos considera que el país asiático le está disputando sus antiguos patios traseros. Son muy pocos los países que mantienen relaciones con Taiwán. En América solo quedan Guatemala y Paraguay, dos países que no se han caracterizado por ser democráticos, de esa democracia basada en normas, pero que ahora transitan por una democracia muy débil.
Las relaciones entre Honduras y Taiwán se basaron en el chantaje y la corrupción, tal como funcionaba en El Salvador, y por eso en ese país hermano hay expresidentes que fueron prisioneros y otros que evaden la justicia por los actos de corrupción que cometieron con los aportes de Taiwán. Honduras no se salvó de esa vergonzosa situación, pues eran muchos los funcionarios que pedían aportes para obras al Gobierno de Taiwán, pero esos dineros iban directamente a sus bolsas particulares. Las becas, por ejemplo, se las repartía el Gobierno entre los hijos de los ministros y otros funcionarios y engañaban a los aspirantes que gastaban dinero para completar la documentación requerida. Los actuales becarios en Taiwán recibieron oferta de la República Popular China para que siguieran sus estudios con la misma beca en Pekín, pero se negaron y exigieron que Honduras les pagara su beca. Muchos de ellos realmente no necesitan ninguna beca porque sus padres son solventes económicamente. Alega el Cohep que tenemos una balanza deficitaria con China. Pero ¿con qué país tenemos una balanza equilibrada o con superávit? Que yo sepa, con ninguno. Por otra parte, quienes comercian con China son también miembros de la empresa privada y la producción nacional no tiene capacidad para satisfacer las demandas de los compradores y consumidores nacionales. Este mismo efecto pasa en los mismos Estados Unidos.
Quizá sería más congruente, por parte del Cohep, elaborar un documento que fijara una ruta a la industrialización del país en armonía con el Gobierno, pero con dineros nacionales, con los que tienen en los bancos extranjeros, porque los que vienen del extranjero no quieren pagar impuestos y así difícilmente un país sale adelante. Claro que es necesaria la inversión extranjera, pero esta debe ajustarse a las reglas que tiene nuestro país. Restablecer relaciones con Taiwán es ir para atrás, porque el Cohep solo quiere el bienestar de los productores de camarón, pero pone ojos ciegos a las ventajas que tiene ser amigo de una potencia industrial y comercial que actúa de buena fe. Además, la política internacional la maneja el Poder Ejecutivo a través de la Cancillería, y las relaciones de nuestro país son potestad del Gobierno de Honduras. A eso se le llama soberanía, y en el Himno y en el Escudo se dice que Honduras es un país soberano.
En resumen, la culpa de nuestro déficit comercial está en precario empeño de la empresa privada por desarrollar nuestra producción industrial exportadora y para el consumo interno y no en el desarrollo fabuloso que ha alcanzado la República Popular China, ahora hermanada con nuestro país para ofrecernos sus manos en el camino hacia el desarrollo.
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