Crónica de una lealtad invisible

  • Actualizado: 04 de octubre de 2025 a las 12:29 -

Amanezco antes que el sol. El frío de la madrugada me recuerda que debo estar listo, impecable, con esta ropa de tantas historias. Camino en silencio para no despertar a mis hijos, pero antes de salir dejo en sus frentes un beso y una promesa en susurro que todo mi esfuerzo es por ellos y que en un par de días los volveré a ver. Mi salario alcanza justo para lo indispensable, pero sueño con un futuro donde mis hijos estudien más de lo que yo pude.

La rutina es estricta: formaciones, órdenes, entrenamientos. La disciplina pesa, pero también forja. Entre compañeros compartimos un pan, una broma, y en esas pequeñas cosas se construye lo que llaman “espíritu de cuerpo”. Ese lazo invisible es lo que nos sostiene cuando la vida se vuelve dura y el cansancio aprieta. Porque detrás de cada orden hay un hombre o una mujer con miedos, esperanzas y la firme voluntad de resistir.

Hay días de orgullo y otros de incertidumbre. Orgullo cuando sirvo a mi país, cuando creo que soy parte de algo más grande. Incertidumbre cuando veo que la sociedad me cuestiona, cuando escucho que las Fuerzas Armadas son vistas como distantes o desfasadas. En esas contradicciones vivo, intentando conciliar la dignidad del uniforme con las dudas del ciudadano.

Hoy, 3 de octubre, recuerdo que nació mi general Francisco Morazán, prócer hondureño y símbolo de unión. Y también se celebra a quienes, como yo, llevamos el peso de este uniforme: el Día del Soldado Hondureño. Somos los invisibles que sostienen guardias, vigilan fronteras, cuidan desfiles y aprenden a obedecer aun en silencio. Pero detrás del casco, la orden y la disciplina, sigue latiendo una persona.

Queda en evidencia que el soldado hondureño encarna las tensiones de una institución que aún busca reconciliarse con la sociedad. El uniforme, heredero del legado de Morazán, debe ser visto no solo como símbolo de disciplina, sino como un recordatorio de que las Fuerzas Armadas tienen el deber de reinventarse: estar más cerca de la ciudadanía y servir a la democracia. Esa es la verdadera conmemoración que este día reclama el soldado hondureño.

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