Recuerdo a un carpintero que estaba colocando unas puertas, revisando el trabajo vi que cada bisagra la sostenía con dos tornillos en lugar de los tres. “Son suficientes” decía. Insistí y puso los tornillos completos. ¿Cometía el error por pereza o por hábito? Bueno, fue pequeño y rápido de corregir.
Bíblicamente se nos dice, “Líbrame de los errores que me son ocultos”. Y esto fue lo que le pasó a una mujer de 75 años que dejó sin internet a todo un país. Ocurrió un 28 de marzo de 2011, en el poblado de Ksani, Armenia. Recogiendo leña, cerca de su casa, la anciana descubrió un cable enterrado en el suelo, pensándolo peligroso, lo cortó con su hacha. Ese cable era una de las principales conexiones de internet entre Georgia y Armenia. En cuestión de segundos, bancos, hospitales, escuelas, empresas y hogares quedaron sin acceso a internet. El país se paralizó. La noticia se esparció como la pólvora. “Una anciana desconecta el país”. Pero ella, ajena al caos, siguió con su rutina alimentando a sus gallinas, preparando café, y conversando con sus vecinos.
Sin embargo, no todo fue malo, durante las 48 horas que duró el apagón digital, ocurrieron cosas extraordinarias. Las familias salieron a caminar juntas. Los niños salieron a las calles. Los adultos conversaban sin pantallas de por medio. Fue como si el país hubiera despertado de un letargo tecnológico, redescubrieron la presencia humana. Algunos hasta llamaron a la anciana una heroína. Pero claro, cuando se restablecieron las comunicaciones, muchos sintieron alivio. Finalmente, fue arrestada, pero dada su avanzada edad y la ausencia real de causar daño, fue dejada en libertad.
Este error recordó que, aunque la tecnología nos conecta al mundo, a veces nos desconecta con cosas esenciales. Enseñó la belleza de la comunicación sin filtros. También evidenció una gran vulnerabilidad, un solo corte bastó para paralizar un país entero. Y la obsesión necesaria por estar conectados permanentemente.
LO NEGATIVO: Depender tanto de la tecnología que olvidamos como funcionar sin ella.
LO POSITIVO: Entender que, si bien la tecnología nos ayuda notablemente, hay que reconocer que a veces para reconectar con lo humano, hay que desconectarse un poco.