Cuando en enero pasado, y tras años de negociaciones, el Gobierno anunció un plan que abría el camino a construir una plataforma junto al lugar más importante de oración judía para que corrientes no ortodoxas pudieran rezar y celebrar rituales, muchos lo consideraron un símbolo de unidad.
| El Muro
Es el lugar más sagrado del judaísmo y remanente de la muralla que rodeaba el Segundo Templo de Jerusalén, erigido por Herodes alrededor del año 20 antes de Cristo.
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En virtud del plan, miembros del judaísmo reformista, conservador y grupos como “Mujeres del Muro”, que llevan 27 años luchando por el rezo sin división por sexos, podrían disponer finalmente de un lugar frente al vetusto paredón conformado por enormes bloques de piedra.
Pero, transcurridos seis meses, el plan aún no se ha puesto en marcha y los representantes de esas corrientes temen que el Gobierno de Benjamín Netanyahu esté dilatando su implementación presionado por las formaciones ultraortodoxas que forman su coalición.
El Templo, centro del mundo espiritual era el principal medio de transmisión de divinidad para nuestro mundo.
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“En Israel existe un monopolio en los servicios religiosos por parte de los ultraortodoxos. Pero creemos que si se aplica una nueva visión en el ‘Kotel’, será el primer paso para romperlo”, dice la directora del Centro de Acción Religiosa de Israel, vinculado al Movimiento Reformista, y rabina Noa Satat.
Añade que “el acuerdo fijaba un marco claro de tiempo y cuándo debía aplicarse” y se ha visto aplazado por “algunos condicionantes técnicos” en el lugar donde se debía abrir la nueva sección, frente al denominado Arco de Robinson.
“Somos conscientes de que no ha habido progresos y estamos en un punto donde las negociaciones están paralizadas y debemos presionar más”, adelanta Satat, que asegura que el actual estado de cosas les empuja a llevar a cabo acciones legales.
Entres sus planes figura una demanda ante el Tribunal Supremo “hacia finales del verano” para lograr el objetivo de tener un lugar de culto igualitario alternativo.
El muro simboliza al Pueblo Judío, que también sufrió varios esfuerzos para ser destruido, y, así como el Muro, sobrevivió y se mantuvo a pesar de sus enemigos, y continua fuerte.
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Ante la aparente paralización del proyecto, los grupos no ortodoxos han participado en rezos pluralistas en la plaza aledaña del Muro de las Lamentaciones, en la mayor parte de las ocasiones soportando el acoso de ultraortodoxos.
En otra muestra de fuerza, el rabino jefe sefardí de Jerusalén, Shlomo Amar, dirigió una sesión de rezos el mes pasado en la zona destinada a los rituales igualitarios, donde se levantaron celosías provisionales para separar a hombres y mujeres.
“Todo el ‘Kotel’ está embebido de santidad y fue entregado al pueblo de Israel por Dios”, señaló a sus acólitos el prominente rabino, contrario al plan porque en su opinión, “dividir el Muro daña la santidad del lugar, la unidad de la nación y causará lágrimas a las generaciones venideras”. EFE