Rosario Murillo, la excéntrica y controversial poeta y esposa del presidente de Nicaragua Daniel Ortega, busca consolidar su poder en Nicaragua como compañera de fórmula del mandatario, quien busca reelegirse en los comicios de noviembre.
La aspiración de la primera dama, de 65 años, fue avalada por Ortega, quien el martes la inscribió como candidata a la vicepresidencia del gobernante Frente Sandinista (FSLN izquierda), en el cual Murillo milita desde 1969.
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Murillo no sigue estereotipos de la moda ni el protocolo de su condición de primera dama y destaca por lucir trajes muy coloridos, excesivos collares, pulseras y anillos que evocan el estilo hippie de los años 60.
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Murillo goza sin embargo de la simpatía del 82% de los nicaragüenses y según juristas, la constitución no inhibe a la esposa del presidente de turno postular a un cargo de elección popular.
“Murillo no tiene impedimentos legales para optar a un cargo de elección como vicepresidenta e incluso la Presidencia”, dijo el ex diplomático y analista político, Carlos Tunnerman.
Esta mujer, madre de 10 hijos de figura delgada, cabello negro ondulado, que habla inglés, francés y escribe poemas, pertenece a una familia de clase media.
Se forjó como revolucionaria en los años 70 como activista del FSLN en la lucha contra la dictadura somocista.
El poder tras el trono. Murillo ha tenido una relevancia política que ninguna otra primera dama ha ostentado en la gestión pública de Nicaragua.
El nombramiento de la primera dama, Rosario Murillo, en la fórmula presidencial de Ortega 'ha rebasado la paciencia del pueblo nicaragüense', según disidentes sandinistas.
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Polémica y poderosa, la “chayo” ha sido la incondicional compañera de Daniel Ortega.
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También se le atribuye la escogencia de funcionarios leales e incluso les reclama en público por alguna tarea no cumplida y en el gobierno nadie mueve un dedo sin su consentimiento.
Ortega admite que comparte con Murillo la administración en respuesta a una política de género de dar más participación a la mujer en la toma de decisiones.
Durante el acto del 37 aniversario de la Revolución, Ortega destacó a su esposa como una compañera “leal” al tiempo que exaltó su lucha contra la dictadura somocista en la que cayo presa varios meses en 1976.
La revista Forbes colocó, en su edición del 26 de julio, a Murillo en la posición 28 de las 50 mujeres más poderosas de Centroamérica, utilizando como parámetros los cambios generados en sus países, el poder para cambiar las realidades en favor de la región y no seguir estereotipos que frenen sus ideas o proyectos.
Influencia partidaria
Murillo, quien no fue figura relevante en el primer mandato de Ortega (1985-1990), se convirtió en la jefa de campaña que lo devolvió al poder en el 2007, recurriendo a cambiar su imagen dura de guerrero por otra de hombre humilde que pide perdón y promete paz y reconciliación.
En el ámbito partidario, Murillo se dedicó a atraer a jóvenes entre 16 a 34 años al FSLN, lo que ha provocado un choque generacional dentro de la agrupación.
Ella no goza de la simpatía de los viejos militantes sandinistas “porque ha marginado a cuadros históricos” de posiciones de liderazgo en el partido y el gobierno, dijo Tunnerman.
Igual que Ortega, la primera dama se desplaza con una fuerte seguridad personal por las calles de Managua, y a despecho de lo que dicen sus críticos, que la acusan de “mal gusto” y de “abuso de poder”, impone su sello personal en el ornato de la capital con gigantescos árboles metálicos e iluminados que llama “árboles de la vida”.
De sus 10 hijos, tres son de anteriores parejas a Ortega.
En 1998 su hija mayor, Zoilamérica, acusó a Ortega de abusar sexualmente de ella desde los 11 años, pero tres años después la justicia desechó los cargos.
Murillo lo negó y tildó a su hija de mitómana. AFP
Rosario Murillo, la excéntrica y controversial poeta y esposa de Ortega.
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