Estados Unidos.
Emma es el nombre de la niña que fue concebida en Tennessee a partir de un embrión almacenado en octubre de 1992, hace un cuarto de siglo, apenas un año y medio después de que naciera su madre, Tina Gibson.
Sin embargo, la historia de Emma comienza mucho antes de que los Gibson la “adoptaran” (y a cuatro embriones hermanos del mismo donante de óvulos). Fue creada para la fertilización in vitro por otra pareja anónima, y ella y los otros embriones habían sido almacenados para que pudieran ser utilizados por alguien que no puede o no quiere concebir un niño de forma natural. A ellos, se les denomina “bebés de nieve”, ya que pese a que están congelados son vidas humanas potenciales esperando nacer.
Tina y Benjamin Gibson, los padres adoptivos, admitieron sentirse sorprendidos cuando Carol Sommerfelt, directora del laboratorio de embriología del National Embryo Donation Center, les dijo la edad exacta del embrión descongelado el 13 de marzo.
“Este embrión y yo podríamos haber sido grandes amigas”, comentó Gibson, quien señaló a la cadena CNN que ella “simplemente quería un bebé” y que le “daba igual si era o no un récord mundial”.
La madre incidió en que estaba muy “agradecida” y calificó a su hija, que pesó algo más de tres kilos y midió 50 centímetros de altura, como un “precioso regalo de Navidad” nacido el 25 de noviembre.
Tina quedó embarazada en marzo pasado después de que el embrión fuera transferido a su útero.
“Sin duda lo que ha sucedido es posible. Y puede pasar con éxito. La edad del embrión congelado, si está bien conservado y no ha sufrido ninguna alteración externa, no influye en el éxito de la fecundación. Es más, estos se pueden conservar indefinidamente”, explica la embrióloga. “Además, es muy posible que sea el más viejo porque la última información de la que se disponía se publicó en un estudio en el que se fechaba en 20 años la edad del embrión más longevo”, incide. “Lo más bonito de este caso es que el embrión y la mujer tienen casi la misma edad biológica. Es sorprendente”, afirmó.
“Lo fundamental para que la transferencia del embrión sea un éxito es que el proceso de descongelación sea el adecuado y que el útero de la mujer esté preparado para recibirlo, lo que se puede programar gracias a una terapia que incluye el suministro de estrógenos y progesterona a la mujer”, agregó.
El padre, Benjamin Gibson, de 33 años, aseguró haberse enamorado de la pequeña al tenerla en sus brazos, pese a que no compartan genes.
El director médico del Centro Nacional de Donación de Embriones de Knoxville ( Tennessee), Jeffrey Keenan, consideró que la historia de Emma es una “llamada a todas las parejas que tienen embriones almacenados a largo plazo a pensar en esa opción de ‘afirmación de la vida’ para sus embriones”.
Previamente a este caso, la máxima antigüedad con la que un embrión congelado había resultado en un nacimiento exitoso había sido de 20 años.
“Lo fundamental para que la transferencia del embrión sea un éxito es que el proceso de descongelación sea el adecuado y que el útero de la mujer esté preparado para recibirlo, lo que se puede programar gracias a una terapia que incluye el suministro de estrógenos y progesterona a la mujer”, explicó .
“La adopción de embriones”, como se conoce comúnmente, es cada vez más popular en EUA, sobre todo en clínicas cristianas, donde los futuros padres muchas veces deben estar casados y ser heterosexuales para acceder al tratamiento.
Actualmente, en EUA hay más de un millón de embriones congelados, la mayoría de ellos esperan ser utilizados por sus “padres” la próxima vez que quieran tener un bebé.
Sin embargo, no todos estos embriones son necesarios y se estima que uno de cada 10 está disponible para la donación de embriones.
Emma es el nombre de la niña que fue concebida en Tennessee a partir de un embrión almacenado en octubre de 1992, hace un cuarto de siglo, apenas un año y medio después de que naciera su madre, Tina Gibson.
Sin embargo, la historia de Emma comienza mucho antes de que los Gibson la “adoptaran” (y a cuatro embriones hermanos del mismo donante de óvulos). Fue creada para la fertilización in vitro por otra pareja anónima, y ella y los otros embriones habían sido almacenados para que pudieran ser utilizados por alguien que no puede o no quiere concebir un niño de forma natural. A ellos, se les denomina “bebés de nieve”, ya que pese a que están congelados son vidas humanas potenciales esperando nacer.
Tina y Benjamin Gibson, los padres adoptivos, admitieron sentirse sorprendidos cuando Carol Sommerfelt, directora del laboratorio de embriología del National Embryo Donation Center, les dijo la edad exacta del embrión descongelado el 13 de marzo.
“Este embrión y yo podríamos haber sido grandes amigas”, comentó Gibson, quien señaló a la cadena CNN que ella “simplemente quería un bebé” y que le “daba igual si era o no un récord mundial”.
La madre incidió en que estaba muy “agradecida” y calificó a su hija, que pesó algo más de tres kilos y midió 50 centímetros de altura, como un “precioso regalo de Navidad” nacido el 25 de noviembre.
 Los embriones pueden sobrevivir congelados en nitrógeno líquido durante un período indefinido de tiempo. El precio medio de un ciclo de Fecundación In Vitro en Estados Unidos ronda los 12.400 dólares, según medios locales, mientras que los costos de adopción van entre los 20.000 y 35.000 dólares.
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“Sin duda lo que ha sucedido es posible. Y puede pasar con éxito. La edad del embrión congelado, si está bien conservado y no ha sufrido ninguna alteración externa, no influye en el éxito de la fecundación. Es más, estos se pueden conservar indefinidamente”, explica la embrióloga. “Además, es muy posible que sea el más viejo porque la última información de la que se disponía se publicó en un estudio en el que se fechaba en 20 años la edad del embrión más longevo”, incide. “Lo más bonito de este caso es que el embrión y la mujer tienen casi la misma edad biológica. Es sorprendente”, afirmó.
“Lo fundamental para que la transferencia del embrión sea un éxito es que el proceso de descongelación sea el adecuado y que el útero de la mujer esté preparado para recibirlo, lo que se puede programar gracias a una terapia que incluye el suministro de estrógenos y progesterona a la mujer”, agregó.
El padre, Benjamin Gibson, de 33 años, aseguró haberse enamorado de la pequeña al tenerla en sus brazos, pese a que no compartan genes.
El director médico del Centro Nacional de Donación de Embriones de Knoxville ( Tennessee), Jeffrey Keenan, consideró que la historia de Emma es una “llamada a todas las parejas que tienen embriones almacenados a largo plazo a pensar en esa opción de ‘afirmación de la vida’ para sus embriones”.
Previamente a este caso, la máxima antigüedad con la que un embrión congelado había resultado en un nacimiento exitoso había sido de 20 años.
“Lo fundamental para que la transferencia del embrión sea un éxito es que el proceso de descongelación sea el adecuado y que el útero de la mujer esté preparado para recibirlo, lo que se puede programar gracias a una terapia que incluye el suministro de estrógenos y progesterona a la mujer”, explicó .
“La adopción de embriones”, como se conoce comúnmente, es cada vez más popular en EUA, sobre todo en clínicas cristianas, donde los futuros padres muchas veces deben estar casados y ser heterosexuales para acceder al tratamiento.
Actualmente, en EUA hay más de un millón de embriones congelados, la mayoría de ellos esperan ser utilizados por sus “padres” la próxima vez que quieran tener un bebé.
Sin embargo, no todos estos embriones son necesarios y se estima que uno de cada 10 está disponible para la donación de embriones.
