En un hecho inusual, las autoridades hondureñas trasladaron ayer martes a eso de las 3:00 am al hondureño Rafael Sosa Méndez desde el centro penitenciario de Támara hasta la base aérea de Palmerola, Comayagua, para extraditarlo a Estados Unidos.
El hondureño fue entregado a agentes de la Administración para el Control de Drogas (DEA) para llevarlo a Florida, Estados Unidos, en donde la Corte presentó cargos en su contra por tráfico de más de cinco kilogramos de cocaína.
El 5 de marzo de 2017, la Policía capturó a Sosa Méndez, a quien acusaron de portación ilegal de armas de uso prohibido.
José Rafael Sosa Méndez fue condenado el 30 de agosto de 2019 por portación ilegal de armas de uso prohibido.
Pero Estados Unidos lo pidió en extradición y un juez natural de la Corte Suprema de Justicia aprobó su extradición el 30 de abril de 2020 bajo la modalidad diferida, lo que implicaba que primero debía cumplir una condena impuesta por un Tribunal de Sentencia en Honduras antes de ser entregado a la justicia estadounidense.
Sosa Méndez cumplió una condena de siete años de cárcel. Ahora será enjuiciado en Estados Unidos por delitos relacionados con el narcotráfico.
Con este procedimiento suman dos los hondureños extraditados en lo que va de 2025. Además, seis más han sido capturados con fines de extradición en el mismo período.
Las acciones contra Sosa Méndez iniciaron luego de que la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico (DLCN) recibió denuncia el 18 de marzo de 2016, a quien se le señaló de ser miembro de una organización dedicada al transporte de droga desde La Mosquitia hacia La Ceiba.
Hermano fue secuestrado por banda criminal
Rafael Sosa Méndez es hermano de José Octavio Sosa Méndez, secuestrado junto con sus 11 escoltas en Baracoa, Cortés, el 12 de junio de 2024.
Según la Policía, Octavio fue raptado por miembros de una organización criminal de narcotraficantes que opera en ese sector y la zona costera del Ramal del Tigre en Tela.
Las indagaciones policiales apuntan que los 12 hombres fueron llevados al sector de la aldea Crique Las Marías, en Tela, donde los torturaron y tras matarlos con saña tiraron sus cuerpos al caudaloso río Ulúa.