La falta de servicios de cuidado infantil en las zonas rurales de Honduras está limitando severamente el acceso de las mujeres a empleos formales, afectando su autonomía económica y perpetuando la informalidad laboral en el sector agroalimentario.
Así lo destaca el Banco Mundial (BM) en un artículo publicado recientemente como resultado de una serie de grupos de discusión realizados con mujeres en zonas rurales de Honduras.
De acuerdo con el BM, las mujeres hondureñas dedican cinco veces más horas que los hombres al cuidado no remunerado. Esta carga limita sus posibilidades de integrarse a empleos estables, empujándolas hacia trabajos informales o no remunerados, como el trabajo familiar o por cuenta propia.
Un claro ejemplo es Keylin Aguilera, una joven de Orocuina, Choluteca, quien solo pudo sostener su trabajo en una fábrica artesanal de hamacas durante dos meses, debido a que no tenía con quién dejar a su hijo de dos años.
Su historia refleja una realidad común en comunidades rurales del país, donde las mujeres deben elegir entre cuidar a sus hijos o trabajar fuera del hogar.
En 2023, el 48% del empleo femenino en Honduras se encontraba en condiciones vulnerables, una cifra significativamente mayor que el 29% registrado en el caso de los hombres.
No obstante, el problema no solo es la falta de servicios de cuidado infantil, sino también los horarios de atención limitados y los recesos escolares, que no se ajustan al calendario del trabajo agrícola.
Los grupos focales revelaron que el temor al ausentismo maternal incide en la renuencia de algunos empleadores a contratar mujeres, pese a que valoran su precisión en tareas como el empaque y el procesamiento de productos.
Motivo por el que el Banco Mundial subraya la necesidad de crear condiciones estructurales que favorezcan la contratación femenina.
En estos grupos, muchas mujeres también dijeron que estarían dispuestas incluso a operar centros de cuidado infantil de forma voluntaria, siempre que estos sean accesibles, seguros y adaptados a la realidad económica local.
Para Daniela Sardón, asociada en la práctica Global de Pobreza y Equidad; María Traverso, especialista en Agricultura, y Viviana Perego, economista sénior del Banco Mundial, sin servicios de cuidado infantil, muchas mujeres quedan excluidas de empleos formales y mejor remunerados.
Las expertas consideran que satisfacer esta demanda “puede desbloquear una poderosa fuente de productividad e inclusión en el sector agroalimentario”.
Es por ello que la SAG, con el apoyo del Departamento de Agricultura y Alimentación del Banco Mundial y la Alianza para el Aprendizaje Temprano, está impulsando acciones para comprender de qué manera el acceso al cuidado infantil afecta la participación laboral de las mujeres en las zonas rurales de Honduras.
Así como identificar los enfoques más apropiados para romper el ciclo de tareas de cuidado desequilibradas, falta de servicios de cuidado infantil y resultados laborales poco satisfactorios para las mujeres.
Además, están evaluando modelos exitosos aplicados en otros países, que incluyen centros comunitarios financiados con fondos mixtos, subsidios para transporte, horarios laborales flexibles y alianzas público-privadas que permiten ofrecer servicios de calidad a bajo costo.
Los hallazgos serán incorporados en futuros ciclos de Comrural, incluyendo fondos específicos para organizaciones de productores que integren soluciones de cuidado infantil en sus propuestas de negocio, con el objetivo de facilitar la contratación de mujeres y mejorar la productividad rural.
