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Una maravillosa vista de la ciudad Sevilla

  • 07 octubre 2016 /

Es tal la magnificencia de su campanario, muros y puertas, que ostenta el título de la catedral gótica más grande del mundo

Sevilla, España.

A simple vista resulta difícil entender cuál es el principal ángulo de la Catedral de Santa María de la Sede de Sevilla. Es tal la magnificencia de su campanario, muros y puertas, que no por nada ostenta el título de la catedral gótica más grande del mundo.

Para muchos, ir a Sevilla y no visitarla resulta un grave pecado. Si se desea recorrerla con tranquilidad y evadir a los cientos de turistas que acuden a ella diariamente, conviene llegar temprano. Las visitas culturales inician a las once de la mañana y tienen un costo de 9 euros.

La catedral se alza en el emplazamiento de lo que era la Gran Mezquita en el siglo 12, de la que conserva su alminar –hoy campanario–, mejor conocido como La Giralda.

Foto: La Prensa

Los sevillanos recomiendan subir hasta ahí para conseguir hermosas panorámicas de la ciudad. Se asciende por medio de rampas. A lo largo del trayecto hay varios ventanales; resulta difícil no detenerse en cada uno para sacar varias fotografías.

Ya en el mirador, se vislumbra prácticamente toda la ciudad: el el barrio de Triana y la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, entre otros atractivos.

Foto: La Prensa

En el interior de la catedral, se halla el mausoleo donde reposan los restos de Cristóbal Colón, así como obras de Bartolomé Esteban Murillo, como “La Visión de San Antonio de Padua” y “El Santo Ángel de la Guarda”.

Tras visitar este imponente templo, hay que perderse por las calles del barrio de Santa Cruz, que fue parte de la antigua judería de Sevilla. En la actualidad, en esta zona abundan hoteles boutique, restaurantes, bares y residencias con enormes patios que presumen naranjos y sus flores de azahar. Ese inolvidable aroma perfuma todo el vecindario.

Foto: La Prensa

Entre sus laberínticas arterias destaca Reinoso, mejor conocida como la Calle de los Besos. Es tan estrecha que, cuentan los lugareños, es posible robarle el aliento al vecino –de balcón a balcón– con un beso. Con sus barrios, tablaos, imponente arquitectura y bellos atardeceres, esta ciudad también les quita el aliento a los viajeros.

Solo después de haberla andado y escuchado por un par de días se entiende el dicho: “Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla”.