San Pedro Sula, Honduras
Las redes sociales en Honduras se inundaron de fotografías que muestran supuestas nevadas en sitios emblemáticos: la Basílica de Suyapa, el centro de Tegucigalpa y su Parque Central encabezan las publicaciones.
La ola de contenidos también incluye imágenes de San Pedro Sula, Comayagua, Choluteca —una de las zonas más calurosas del país—, La Ceiba y Santa Bárbara.
A simple vista, las instantáneas resultan creíbles: la iluminación, los reflejos y los “copos” sobre techos y aceras refuerzan la ilusión en plena víspera navideña.
Sin embargo, se trata de escenas generadas o alteradas con inteligencia artificial (IA).
El auge de herramientas generativas facilita producir postales realistas a partir de instrucciones de texto o editar fotografías en segundos.
Este abaratamiento, sumado a la estacionalidad —la expectativa de “ambiente invernal”—, crea la tormenta perfecta para la desinformación.
Aunque muchas personas identifican señales de edición, una fracción no lo hace y comparte el material como si fuera verdadero. Ese porcentaje basta para disparar algoritmos de recomendación y convertir la mentira en tendencia.
De lo llamativo a lo viral
La desinformación no requiere una falsificación perfecta, solo suficiente verosimilitud para cruzar el umbral de credibilidad, plantean fuentes de LA PRENSA Verifica.
En estas piezas abundan indicios: sombras que no corresponden con la fuente de luz, copos “adheridos” al aire o a barandas, letras deformadas en rótulos, manos o rostros con proporciones extrañas y nieve que no se acumula en ramas finas ni en cables.
También es frecuente la ausencia de metadatos coherentes o la repetición de patrones de textura. Cuando el cerebro llena los vacíos —porque “cuadra” con la temporada—, la pieza engancha y circula.
El problema trasciende Honduras. En otros países, equipos de verificación han documentado videos generados por IA que simulan escenas callejeras hiperrealistas para captar clics y monetización.
AFP Factual, por ejemplo, reportó la proliferación de clips fabricados con modelos avanzados de IA que acumulan millones de reproducciones. El patrón se repite: contenido llamativo, fácil de producir y diseñado para explotar incentivos de las plataformas.
En el caso hondureño, la elección de escenarios reconocibles agrega potencia emocional. Ver la Basílica de Suyapa o el Parque Central “cubiertos de nieve” activa orgullo local, sorpresa y deseo de compartir.
El resultado es una cadena de publicaciones, reenvíos y comentarios que legitiman la falsedad por mera repetición. La familiaridad del paisaje funciona como aval, incluso cuando el clima del país hace extremadamente improbable una nevada de esas características.
Para reducir el impacto, conviene aplicar verificaciones rápidas antes de compartir: buscar la misma imagen en fuentes confiables, revisar cuentas originales y fechas, ampliar para detectar artefactos en bordes y tipografías, y desconfiar de afirmaciones extraordinarias que no aparecen en medios locales ni en reportes oficiales.
También ayuda recordar la regla básica del consumo digital: cuanto más espectacular luce una escena, más dudas merece.
La alfabetización mediática —talleres, conversatorios y proyectos de verificación—, como los que hace LA PRENSA Verifica, ofrece herramientas prácticas para detectar estas trampas.
Identificar que las imágenes son producto de IA no solo desactiva la mentira puntual; también fortalece hábitos críticos que protegen la conversación pública y evitan que nuevos montajes, por muy “navideños” que parezcan, vuelvan a pasar por realidad.